En lugar de agradecerles por contribuir con su trabajo para el desarrollo del país, se los castiga. Los jubilados se ven en la necesidad de salir a la calle y buscar el complemento para cubrir su presupuesto, porque la institución a la cual contribuyeron con aportación, en su juventud, hoy en esta etapa de sus vidas les tiene rezagados.

En primer lugar es un derecho que se merecen después de 30 o 40 años de aportes, segundo, es obligación del Estado cuidar de sus ciudadanos, que considere que este activo fijo con que cuenta el IESS pueda convertirse en un motivacional para los afiliados activos que son el núcleo de esta entidad. Los jubilados con sus conocimientos pueden formar grupos que hagan labor social –la inteligencia es la belleza en la madurez– dando charlas en empresas, asesorando, motivando a los afiliados. Piensen, en cada familia del Ecuador existe un anciano o un jubilado y el resto se constituyen en votantes, lo que políticamente hablando, es mala estrategia lesionar a este núcleo. (O)

Colón Quiroz F.,
Guayaquil