Cuando éramos muchachos y le queríamos tomar el pelo a un primito menor, le decíamos –o cuando nos solicitaba que le contemos un cuento– ¿quieres que te cuente un cuento?, y nos contestaba, sí; le contábamos “el cuento del gallo pelón”, que no era cuento sino tomadura de pelo, hasta que el menor caía en cuenta y se retiraba molesto.

Vi y oí en aquellos “espacios informativos”, obligados a ser difundidos por los medios radiales y televisivos del Ecuador, que la “oposición” planeaba sembrar el caos en el país para que el santo padre Francisco desistiera de venir. El plan suponía: 1) La toma de los aeropuertos de Quito y Guayaquil; 2) La toma de los puntos fronterizos al norte, sur y este del Ecuador; 3) La toma del Palacio de Carondelet; 4) Sembrar caos, desorden, desmanes y demás actos ilegales posibles. De darse tal supuesta situación, se darían los requisitos y las condiciones jurídicas previas que la Constitución señala, para que el señor presidente pueda declarar el Estado de excepción y –entre otras medidas que podría aplicar de ser necesario– detener a los visibles opositores del Gobierno y a cuantos representantes de gremios, etcétera, salgan a protestar en estos días o a realizar plantones contra las políticas y los proyectos de leyes que se tiene en mente llevar de manera diferida en lo que resta del año. El primero que deberá reaccionar ante tal develado “golpe” sería el propio papa Francisco, por supuesto con una muy amable sonrisa; no come cuento, él en Argentina antes de ser papa, vio las dictaduras militares y civiles de las décadas pasadas –incluidos los gobiernos sucesivos de los cónyuges Kirchner Fernández– y se ganó la sonrisa del pueblo; como diría Olmedo: “Dichosos los pueblos y sus líderes que combaten las dictaduras, el despilfarro y la corrupción, porque ellos obtendrán la sonrisa del pueblo”. ¡A otro lado con ese cuento!, yo no me trago esa rueda de molino.(O)

Sucre Calderón Calderón, abogado, avenida Samborondón