Es casi albino… sin irrespetar al grupo que sufre esta condición genética, lo que voy a narrar no se trata de quienes tienen ausencia de melanina. Este albino al que me voy a referir tiene una desteñida mente, y sin pigmentación el corazón decidió hablar de los migrantes mexicanos como “druggies, drug dealers, rapists and killers”, “lo peor que recibe Estados Unidos”.

¿Qué pasará por el cerebro que tapa su abultado peluquín rubio canoso?, ¿que guardará ese caparazón revestido con fino traje? No le quito ninguno de los méritos alcanzados, empezó como un desconocido promotor inmobiliario hasta llegar a ser un magnate del rubro. Donald Trump ahora quiere manejar la Casa Blanca… y “blanca pura”.

Su primera medida será levantar un muro enorme en la frontera para que los hispanos ya no se crucen al país de las maravillas. Hace algunos años estuve en la Trump Plaza en el paseo marítimo de Atlantic City, me tomé fotos con el fondo de este letrero rojo sangre que contiene casinos del emporio Trump Entertainment. Recuerdo que los acomodadores y boleteros, del espectáculo circense que se presentaba, eran mexicanos. También era esa fuerza jarocha la que manipulaba las aspiradoras y abrillantadores en los alfombrados pasillos y marmoleados baños. Cómo será dar empleo a quienes tienes en el peor de los conceptos.

Donald Trump hace un año firmó contrato con una empresa mexicana para distribuir calzado de la marca Donald J. Trump.

En 2011 quiso invertir 65 millones de dólares en un complejo urbanístico en la isla mexicana de Cozumel.

Sus inversiones inmobiliarias han hecho que el hombre agache la mirada a los que estamos en la parte baja del continente, cuya gente, al igual que los mexicanos, engrosa las filas de los sacrificados migrantes latinos en Estados Unidos.

En Panamá tiene una enorme torre de 72 pisos. En Uruguay, 129 viviendas de lujo con vista al mar en Punta del Este. En Brasil en el 2018 se estrenará un complejo con cinco rascacielos.

¿Por qué ha sido tan pedante Donald? Lo tiene todo. Una guapísima esposa eslovena y es además el dueño del Miss Universo. La corona que se ha incrustado justa y suavemente en la cabeza de muchísimas latinas, entre ellas la mexicana Lupita Jones, que está indignada.

“Ni las bellas lo quieren ahora, Donald”. México no postulará su reina al certamen, la cadena Univisión ya no va a transmitir el evento de belleza más importante.

Donald ha estado en Puerto Rico, Panamá, México y Brasil, engalanando el concurso que elige a la más bonita del universo. Lo recuerdo en Ecuador junto con Lucio y Ximenita cuando todos alentábamos a María Susana.

El dueño del reality El aprendiz es un neófito en el respeto a los extranjeros, esos forasteros que con su trabajo han aportado en el desarrollo de la unión americana.

Ese discurso xenófobo en el que, lejos de proclamar superioridad de cultura, ha demostrado un alma tan descolorida como su rostro, les ha dado ideas a los genios de Hollywood, by the way, los mexicanos González Iñárritu, Cuarón y Guillermo del Toro para sacar provecho de dramas y comedias con su vida.

Espero que en las primarias republicanas gane Jeb Bush a ver qué tal le suena, Donald, que una mexicana pueda convertirse en la primera dama de su país, en caso de que llegue a la Casa Blanca de blancos (58,5%), hispanos (16,3%), negros (13,6%) orientales (5,5%), nativos (2,1%) y demás (4%). (O)