Es penoso pero no sorprendente. Mucho se ha hablado en el pasado, desde los contratos de mercadeo de la FIFA hasta la designación de las sedes de los mundiales (Rusia y Catar, pero también Alemania 2006 cuando el delegado de Nueva Zelanda cambió extrañamente su voto), y tanto más.

¿Por qué se da esto? Ciertamente porque el fútbol mueve mucho dinero. Pero al final, 1% del PIB mundial (o de cada país) es bastante, pero no tanto; en Ecuador la cifra es menor y recordemos que el presupuesto acumulado de todos los equipos de primera (alrededor de 70 millones anuales) equivale al de una sola empresa ubicada en el sitio 250 en el ranking empresarial.

¿Entonces? Creo que hay tres elementos entrelazados: poder, falta de propiedad y discrecionalidad en decisiones importantes.

Primero, el poder: el fútbol mueve un imaginario colectivo que es muy superior a su realidad económica (¿quién no es hincha apasionado de un equipo?, pero ¿cuánto gasta cada uno en dinero que llega a su equipo?, ¿cuántas veces va al fútbol?). Ese imaginario da un enorme poder a los involucrados, el presidente de una federación es mucho más “importantón” que cualquier empresario que mueve diez veces más dinero.

Segundo: ¿Quién es dueño de la FIFA o cualquier federación? Todos y nadie, es decir, los que están de turno en el poder. ¿A quién rinden cuentas sino al pequeño grupo de “amigos” que van construyendo? Ese es un enorme problema de las instituciones sin fines de lucro, sin dueño. Por eso la propiedad es tan importante, propiedad de alguien: un grupo de responsables, la masa de hinchas, alguien. La propiedad formal o informal genera más incentivos y responsabilidades (no perfectos) para control y transparencia. Frente a eso, al menos debe haber una renovación permanente de las “directivas-propietarias”.

Tercero. Las grandes decisiones las toma finalmente un pequeño grupo de gente, y en fútbol hay varias de esas decisiones importantes, como decidir la sede o los sponsors. Un Mundial es un enorme evento, económico pero sobre todo “mental” y político, pero ¿cuántos influyen en la toma de decisiones? Se mueve bastante (no tanto) dinero, pero sobre todo son pocas decisiones que valen mucho, en pocas manos. Tienen un poder excesivo (alguien plantearía que sería mejor una votación mundial para decidir las sedes entre los que se postulan, porque captar el voto de cada uno es mucho más difícil).

Queda al menos una última duda. ¿Por qué surge esto a dos días de una nueva reelección de Joseph Blatter, cuyo atractivo como presidente es bastante limitado? Unos podrían pensar que es bueno para él: demuestra que permite que intervenga la justicia y oxigene al fútbol. O lo contrario: ¿nada sabía de todo esto… o dejó pasar… o participó? Pero hay ciertamente fuerzas ocultas detrás de esto… ¡ojalá sean las buenas y sanas!

Esto que decimos del fútbol se aplica por igual a los gobiernos donde la sociedad está marginada: mucho poder, cero derechos de propiedad, ninguna transparencia. Por eso tanta corrupción en los gobiernos. Esmeraldas es solo un pequeño ejemplo. (O)