No nos referimos a la calidad del agua de Cuenca: el mejor líquido procesado que se puede encontrar en el servicio público ecuatoriano.

Tampoco a su disponibilidad: importantes cuencas y humedales de la región austral, que garantizan una provisión permanente al menos durante los cincuenta años venideros.

Menos a los niveles de acceso: Cuenca posee la empresa pública de potabilización más eficiente –eso dicen ellos– del país.

El agua en Cuenca, la ciudad no solo de los cuatro ríos, sino de las 440 lagunas del humedal del Parque Nacional Cajas, se ha puesto al cien por ciento, porque fue en ese porcentaje que la actual administración decidió aplicar un aumento de las tarifas que debe pagar el ciudadano común y corriente.

Sí. Lo entendió bien: de un solo plumazo se duplicó el costo del metro cúbico de agua que los cuencanos consumimos, y el argumento fue ‘contundente’: no se han elevado los costos en los últimos catorce años.

La empresa Etapa, encargada de la provisión de agua potable, telefonía fija y móvil y alcantarillado para el cantón Cuenca, es ciertamente emblemática: desde los primeros años del siglo XX ya “hacía noticia” que una incipiente empresa haya contratado a técnicos extranjeros para abordar el tema de sanidad. De hecho, en 1927 el entonces presidente Isidro Ayora entregaba 50 mil sucres para la conducción de agua entubada desde la parroquia Sayausí –en las puertas del Cajas– hasta la Santa Ana de los Ríos.

En 1930 aún corrían por “media calle” de la bucólica ciudad quebradas y acequias para la atención “de las necesidades básicas de los cuencanos”; aunque tres años antes de que terminara la década ya se inauguraba un rudimentario sistema de agua potable.

Legalmente Etapa existe mediante ordenanza desde enero de 1968, cuando reemplazó a su antecesora, la Empresa Municipal de Luz, Agua y Teléfonos (Emlat), fundada en 1949.

Una historia de emprendimientos que fue referente por su eficiencia. Pero ¿qué pasó que hoy se habla de déficit de 27 millones de dólares y decisiones antipopulares que duplicaron las tarifas?

Quizá la respuesta esté en ciertas conclusiones de auditorías como que “El número de personal de agua potable y alcantarillado de Etapa supera en un 94,74 por ciento a la meta establecida por el Banco Interamericano de Desarrollo”. Según esta misma auditoría del año 2012, el BID establece que el personal para agua potable y alcantarillado debe tener un estándar de 4 trabajadores por cada mil conexiones de agua, pero Etapa tiene 7,79, casi el doble.

En nivel de sueldos, hay rubros de empresa sin crisis: un gerente general que bordea los cinco mil dólares de sueldo; 64 administradores departamentales tienen una remuneración de 2.170 dólares cada uno; los 18 –sí, dieciocho– subgerentes tienen un sueldo de 3.270 dólares cada uno y casi cuatro mil dólares cada uno de los tres gerentes… y así, como para justificar un alza del cien por ciento en las tarifas del ciudadano –empleado o desempleado–.

Es evidente que en Etapa hay problemas administrativos, pero la solución a esos problemas quizá no sea ese atentado contra el bolsillo del usuario. El tema urgente es transparentar cuentas, exigir responsabilidades de negocios fallidos y recortar el pago de deudas políticas a través del rol de personal.

Lo que Etapa necesita es un verdadero destape. (O)