Winston Churchill decía que la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás. El 7 de mayo pasado, el país de Churchill reeligió a David Cameron, líder del partido conservador británico, como primer ministro para un nuevo periodo de cinco años. Su administración anterior (2010-2015) podría pasar a la historia como aquella que convirtió al Reino Unido en la economía más exitosa entre los países desarrollados, a pesar de haber heredado del partido laborista una situación fiscal al borde de la bancarrota producto de un gasto estatal que alcanzó niveles insólitos. El mal manejo económico del gobierno laborista, liderado por Gordon Brown, contribuyó a que el Reino Unido enfrente la peor crisis desde la posguerra, con una deuda de £160 mil millones y una tasa de desempleo del 8,5%.

La opción laborista en estas elecciones era Ed Miliband, elegido como líder del partido gracias al apoyo de los sindicatos. Su discurso, marcadamente populista, prometía un alza en subsidios, más y mayores beneficios estatales a empleados y desempleados y aumento del gasto en los servicios públicos, todo supuestamente financiado mediante impuestos a corporaciones y ciudadanos de mayores recursos.

Por otro lado, Cameron mantuvo el mismo plan de la campaña pasada, aunque esta vez contaba con cifras económicas que probaban su éxito. Su propuesta continuaba siendo reducir el tamaño del gasto estatal para que sea el sector privado el que genere riqueza, y que los ciudadanos dependan de su trabajo en lugar de beneficios gubernamentales. Mientras que durante la administración laborista de Gordon los beneficios sociales aumentaban sin límite, los conservadores introdujeron austeridad y límites al gasto, incluyendo un tope al nivel de beneficios que cada persona podía recibir. Para la administración 2015-2020, Cameron ha prometido reducir aún más este tope y ser aún más exigente a la hora de fijar los requisitos de acceso a los programas sociales. La administración conservadora demostró que bajando el gasto estatal puede crearse mayor empleo, terminando este periodo con un desempleo del 5,5%: se crearon alrededor de 2,3 millones de puestos de trabajo en el sector privado y se eliminaron 400.000 en el sector estatal.

Finalmente, Cameron prometió introducir una ley en los primeros 100 días de gobierno que prohibirá el incremento del impuesto sobre la renta y del IVA, y continuar con su programa de reducción de impuestos a las personas con ingresos más bajos, así como reducir eventualmente la tasa impositiva de la clase media.

Las encuestas anticipaban un resultado ajustado que no permitían ver el holgado triunfo que se dio. Cameron obtuvo una mayoría sin necesidad siquiera de formar una nueva coalición. La amenaza de que los laboristas y su discurso populista iban a arrebatarle las riendas a quien estaba conduciendo la economía al éxito económico, no se cristalizó.

El populismo pasa hasta en las mejores economías. Afortunadamente, los votantes del Reino Unido eligieron un gobierno responsable, rehuyendo de ese mal que tanto daño hizo en el pasado.(O)