La vida eterna no es desligada de las luchas, angustias y esperanzas de la vida terrena. Comparto reflexiones acerca de una declaración, preparada por las universidades y centros de estudios jesuitas, declaración publicada por Vida Nueva acerca de ‘La regeneración democrática de la vida pública’. La democracia exige apertura para encontrar, también en ideas y programas de otros, elementos que puedan integrarse en el esfuerzo por la búsqueda de la felicidad.

Nadie ha encontrado la felicidad en la absoluta soledad, esa soledad física y espiritual; todos la buscamos en el multiforme ambiente formado por el encuentro de personas.

Todos, creyentes y no creyentes, caminamos buscando felicidad. No aceptamos que “cualquier tiempo pasado fue mejor“, porque en el encuentro con otros caminantes brilla la luz de esperanza, de felicidad. Viejos y nuevos medios nos debieran servir para intercomunicarnos, no para encerrarnos y soñar como zombis en nosotros mismos. De hecho, actualmente nos comunicamos menos hasta en la mesa familiar.

El egoísmo en forma de pasividad mueve a aceptar como inevitable la inexistencia de valores y criterios éticos; a desinteresarnos por la vida común; a resignarnos a la falta de confianza hacia la política (partidista).

Regímenes, que privaron y privan de felicidad a ciudadanos de varios países, porque despreciaron conocidos principios humanos y cristianos, pugnan por reinstalarse. A diferencia del caballo que no tropieza dos veces en la misma piedra, nuevamente, con la excusa de servir a la sociedad, el Estado en diversos países absorbe las entidades intermedias y a las personas; valora solo lo pensado y dirigido por él.

Ningún sistema político (de “derecha” y de “izquierda”) está exento del egoísmo en forma de autosuficiencia de algunos gobernantes. Las motivaciones invocadas por unos y por otros para decidir, de hecho, a espaldas de los ciudadanos son diversas; pero la exclusión y el perjuicio a los ciudadanos son finalmente los mismos.

La declaración, a la que me estoy refiriendo, señala algunas medidas, para que la política recobre, o aumente, su credibilidad: - Promover la justicia, prestando especial atención a las personas afectadas por la injusticia. - Cuidar no solo sus intereses particulares, sino también los generales. - Respetar la separación e independencia de las funciones del Estado: la Legislativa, la Judicial y la que influye radicalmente en el futuro: la Función Electoral. El que no haya en ella representantes de diversas tenencias le priva de la irrenunciable transparencia.

Vida Nueva, señalándolas en un recuadro, resalta la importancia que tienen para la felicidad de los ciudadanos las siguientes decisiones, aplicables en la generalidad de los países: - Separación real y efectiva de los poderes públicos. - Transparencia en todos los actores y en la contratación. Transparencia de las finanzas de los servidores públicos. - Profesionalización del sector público. - Libertad de expresión y de comunicación, ejercida responsablemente. Coartando la libertad y la responsabilidad se entra en el nocivo ambiente de sospecha contra los que ejercen el poder. - Reforma fiscal, que reparta con equidad las cargas, mediante una progresividad adecuada. (O)