Aprender significa adquirir el conocimiento de algo por medio del estudio o la experiencia, según el Diccionario de la lengua española, editado en el 2014 por la Real Academia Española, por su tricentenario.

Hay varias maneras de lograrlo y una de ellas es mediante la lectura.

Admitido eso, interroguémonos cuán importante ha sido esa actividad en el acopio de los conocimientos que ahora tenemos, pues existen otras vertientes que integran su caudal.

Para hacerlo, le sugiero determinar aquellas que le han servido para tener el bagaje de saberes que lo identifican y si la lectura ha tenido algo que ver en su actual balance de conocimientos, pues su insuficiencia puede haberlo afectado.

¡Ah!, si yo hubiera leído eso…

Podemos distinguir varios tipos de lecturas, pues aunque todas pueden aumentar nuestro conocimiento cada una puede influir de diferente manera sobre nosotros y por eso podemos diferenciar, por ejemplo, las que nos sirven de pasatiempo de las que nos enseñan algo y, entre estas, las formativas, que brindan la oportunidad de aprehender información que no solamente aumenta nuestro saber, sino que puede particularmente orientarnos a ser mejores personas, para nuestro bien y el de aquellas con quienes nos relacionamos.

Existen publicaciones que están dedicadas a esta particular opción, como la revista mensual Ser Familia, serfamilia@salesianos.org.ec, inicialmente Familia Nueva, que se acerca a la edición mensual 400, y es editada por la Sociedad Salesiana en el Ecuador y el Centro de Salesiano de Publicaciones Pastorales José Ruaro, uno de sus fundadores, ya fallecido.

Allí, constantemente, se brindan oportunidades de adquirir saberes no solamente para tener más información sino, sobre todo, mejor formación.

Por ejemplo, en la edición de abril del 2015, doña Clara Mejía, en Enseñar la fuerza espiritual, escribe: Una de las dotes más estudiadas y misteriosas del cuerpo humano es el sistema inmunitario. El espíritu humano también tiene un sistema inmunitario suyo: una fuerza contra el impacto de las circunstancias negativas. Esta energía, definida en italiano normalmente resilienza, no es tan solo una simple resistencia pasiva, sino la capacidad de enfrentar y reconstruir. Estos recursos y defensas son diferentes en cada individuo, porque en gran parte ya están escritos en el patrimonio genético, pero son siempre “educables”…

Elvira Morla Larrea, a continuación, en Necesitamos cuidarnos, expresa: El papa Francisco a los empleados del Vaticano y sus familiares… cuando se reunió con ellos con motivo de la Navidad… los exhortó a que cuidaran su vida espiritual, su vida familiar, las relaciones con los demás, cuidar su modo de hablar, purificando la lengua de las palabras ofensivas, las vulgaridades y el lenguaje de matiz mundano…

Más adelante, entre otras colaboraciones, el P. Juan Botasso, sdb, director de la revista, en ¿Es educación sexual?, recuerda que el sínodo último, juntamente con el papa Francisco, se preguntan: ¿Cuáles son las causas que han llevado a un debilitamiento tan profundo de la institución familiar?, y nos da su versión.

¿Debemos fortalecernos con lecturas formativas o desaprovecharlas? ¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)