La dolarización ha sido muy útil. No, perfecta, porque toda decisión tiene pros y contras. Ha permitido al país ganar en cuatro aspectos. Uno, productividad; porque todos hemos dejado de enfocarnos en especulación y protección financiera (¿cómo atrasar pagos para ganar un dinerito frente al cliente?, ¿cómo subir precios?, ¿cómo acertarle a la próxima devaluación?, etcétera) para mirar a la productividad, es decir, hacer más y mejor (si la productividad no ha aumentado tanto es porque el tener un Estado tan grande disminuye el promedio notablemente). Dos, confianza, se puede planificar a más largo plazo, los egresos (sobre todo, pagos de deudas) y los ingresos son en la misma moneda, hay estabilidad. Tres, equidad, ya no hay mecanismos como inflación y devaluación que transfieren de manera oculta recursos de unos a otros, y sobre todo de los que menos tienen a los que más, y todos estamos cubiertos por el mismo paraguas monetario, ya no hay unos (con el paraguas en dólares) protegiéndose más y mejor que otros (los del débil paraguas en sucres). Cuatro, el Gobierno no ha tenido que enfocarse ni en inflación ni política cambiaria, dirigiendo sus esfuerzos a cosas más importantes. Todo esto es suficiente para superar con creces cualquier defecto del sistema (que los hay).

Pero ahora con la crisis, ¿aparecen sus defectos? De cierta manera sí, porque no hicimos lo que como preceptos básicos debíamos hacer estando dolarizados: fondos de ahorro (que no impedían que se hiciera buena obra pública), flexibilidad en los mercados, sobre todo laboral (que no significaba para nada empobrecer a la gente), tener un gobierno de tamaño razonable y, sobre todo, un sector privado que sea locomotora de la economía. Pero incluso así, la dolarización es extremadamente útil. Al menos en tres aspectos muy ligados. Uno, si tuviéramos moneda propia, estaríamos desde hace rato mirando todos los días al tipo de cambio para saber nuevamente cómo especular y, sobre todo, buscando signos de problemas (¿ya será hora de comprar dólares?, ¿de sacar dinero del país?). Dos, aumentaría el problema de tener ingresos en sucres y deudas en dólares, descalce grave para la gente pero más aún para el sistema financiero, y por ende la crisis dejaría de estar limitada al sector real y al Gobierno, y se trasladaría a la banca, y eso es lo peor que puede pasar, porque entonces las crisis se multiplican. Tres, no entramos en la muy grave espiral: inflación, devaluación, desconfianza. La dolarización nos blinda de todo eso, y por ende sigue siendo muy útil.

¿Qué se necesita para mantener la dolarización? En realidad… nada, se mantiene sola. O quizás la pregunta correcta es ¿qué se debe evitar para mantenerla? Sí hay un par de cosas. No tomar ni el fondo de liquidez ni las reservas de la banca para financiar al Gobierno, pero, sobre todo, no emitir dinero electrónico para financiarlo. No es mucho pedir, pero hay que ser muy drástico en eso… Simplemente no se lo puede ni se lo debe hacer. La dolarización vale mucho más que el errado financiamiento del Gobierno. (O)