Acerca de la visita de Francisco a los ecuatorianos, desde Guayaquil y Quito, hay diversas declaraciones. Enfoquémoslas con la enseñanza cristiana:

(1) Viene el sucesor de Pedro, a quien Cristo encargó confirmar a los otros apóstoles en la fe y en la caridad. Francisco no es el “jefe” al estilo de antiguos emperadores; es hermano mayor de los obispos. También ellos reciben directamente de Cristo poder y responsabilidad para formar y guiar, en unión con el papa, una comunidad (diócesis).

(2) Francisco, por el encargo recibido, es vicario de Cristo. Con sus hermanos, los otros obispos, lo hace presente en la comunidad que llamamos Iglesia. ¿Quién es Cristo? Cristo es no solo Hijo de Dios, es también hombre; tomó nuestra humanidad en el seno de María. Los valores humanos son cuerpo de Encarnación de lo divino.

Evadir derechos y responsabilidades humanas, como libertad, responsabilidad, justicia, es fuga de lo cristiano; es también ingenuidad. Respetarlos es una forma de honrar a Cristo, Hijo de María.

Defenderlos es hacer política, entendida como búsqueda del bien común; no es (como dicen algunos) política de partido, porque los derechos humanos son de todos.

La Iglesia, como Cristo, es comunidad humana, portadora de la vida de Cristo a quienes la acepten.

(3) El papa viene a enseñarnos que el necesario cambio de estructuras es deleznable, si no tiene como raíz y aliento el amor a Dios y al hombre. Como padre, nos pedirá mirar nuestras virtualidades y también posibles heridas, grandes o pequeñas. Invitará ir a curarlas, yendo a las causas, reorientando el rumbo. Viene a invitar, especialmente a los consagrados, a servir más generosamente, más reflexivamente, más cercanamente, más eficazmente a los pobres; más ágiles que la marcha de la sociedad, a la que deben preceder con la luz de Cristo. Viene a ahondar en nosotros la convicción de que somos en la Iglesia universal, como un color en el arcoíris: Dentro debemos dar un aporte; fuera de ella no iluminamos.

(4) Recibimos ayuda multiforme de otras Iglesias locales, no para adormecernos, sino para desarrollar nuestras virtualidades en el ejercicio de responsabilidades, una de ellas, la de compartir, también nosotros, de lo nuestro.

(5) Ajenos a conductas palaciegas, manifestaremos nuestra adhesión a Francisco, presentándole nuestra comunidad eclesial, no como impoluta sino como integrada por miembros de un pueblo, que camina en la tierra, con su historia, con su tradición eclesial, entre angustias y esperanzas concretas, con sus virtudes y defectos.

(6) En todo país place que el visitante vea más las luces; la comunidad creyente ecuatoriana tiene la experiencia de caminar en esta tierra concreta, entre luces y sombras; compartirá esta experiencia con el pastor universal, como una expresión de sincera acogida.

(7) El papa, para vivir libremente de acuerdo a su identidad de pastor universal, necesita plena independencia en un Estado, el minúsculo Estado Vaticano. Sus visitas tienen como finalidad ahondar el conocimiento y amor a Jesucristo. Francisco, como jefe del Estado Vaticano, fue invitado por nuestro presidente, Rafael Correa; como pastor universal, por la Conferencia Episcopal Ecuatoriana. (O)