Llama la atención la animosidad del pensamiento fantástico de ciertos gobernantes latinoamericanos, de tratar de convencer de que todo está bien, sin meditar que las crisis progresivas a las que están conduciendo a sus países, son el producto de sus propias equivocaciones.

Por un lado, recogen firmas para que se derogue la condición de Estado que genera peligro a otros Estados del mismo hemisferio, y por otro, acusan a otros países del peligro que representan para el propio, al considerarlos que estos están solventando el terrorismo y la conspiración para derrocarlos.

El pensamiento fantástico es igual al de Obelix, quien pensaba que una poción mágica multiplicaba su fuerza. En este caso, al gobernar en forma seudo democrática, les sirve como poción mágica para pretender que son dueños de un poder omnímodo y sus equívocos no son propios sino ocasionados por una fuerza externa que conspira constantemente (la figura que corresponde en psicopatología se denomina como proyección afectiva patológica).(O)

Pedro Benjamín Posligua Balseca, médico neuropsiquiatra, Guayaquil