Sentado en una de las bancas del hospital José Carrasco Arteaga, atestiguando el ir y venir de los afiliados, médicos, enfermeras, empleados y funcionarios, me sobrevino una reflexión necesaria: y en todo este sistema, ¿cómo funciona el asunto de los proveedores en un hospital de tercer nivel y además el más grande del Austro ecuatoriano?

Esta inquietud me llevó a descubrir una realidad diferente a la que uno se puede imaginar en una entidad pública que ha recibido muchos cuestionamientos: la provisión de alimentos y de ropa para las demandas de esta casa de salud está ahora en manos de grupos cooperativos que representan a varias familias de la región. Ya no a una o dos personas, sino a decenas de personas.

Hasta octubre del año anterior la provisión de los insumos básicos para las áreas de cocina, nutrición y dietética, destinadas a la alimentación de pacientes, personal rotativo de servicio, enfermeros, conductores, trabajadores y un largo etcétera, estaba en manos de dos personas, una de ellas operaba mediante la figura de la intermediación de productos.

Para tener una idea que nos aclare el panorama, el presupuesto destinado para este rubro (provisión de alimentos) previsto para los próximos 18 meses llega a novecientos mil dólares. Es decir, casi un millón de dólares que serán administrados por un sistema de cooperativas de economía popular y solidaria.

De dos proveedores únicos que contrataban con el IESS hasta octubre del 2014, se incrementaron a 120 actores agrupados en un sistema cooperativo, con los cuales la institución firmó cinco contratos públicos para la entrega de cárnicos, lácteos, productos perecederos y no perecederos.

Algo parecido ocurrió con el tema de la ropa hospitalaria: el proveedor directo fue reemplazado por una asociación textil que acoge a 40 artesanos, y a sus respectivas familias, para proveer de determinadas prendas por un valor de 413 mil dólares hasta diciembre del presente año. El número de prendas adquiridas con esta modalidad es de 29.370, entre juegos de sábanas, toallas, batas para pacientes, batas y toallas quirúrgicas, campos quirúrgicos, cobertores y envolturas, cobijas para cama…

La iniciativa ha sido tomada como plan piloto en el país para plantearlo en otras instituciones del Gobierno con un solo objetivo: que los proveedores del Estado promuevan el desarrollo de grupos sociales cooperativos, que rompan con monopolios que silenciosamente aún se mantienen prendidos de la pública, famosa, manoseada y tristemente célebre “teta”. La “teta de proveedores” versus la compra directa.

Todo esto ha sido tomado como un claro desafío al statu quo que, en respuesta a esta especie de desafío y afrenta, demandó al actual gerente administrativo del hospital.

Más allá de las acciones legales que en este hospital público ha generado este tipo de decisiones, vale recordar que la propia Constitución de la República establece que “el sistema económico del país es social y solidario y ubica al ser humano por encima del capital”.

Impulsar la producción, la transformación agroalimentaria de las pequeñas y medianas unidades de producción, comunitarias y de la economía social y solidaria, es un nuevo eje que debe dar otra cara al sistema de la seguridad social ecuatoriana.

Y así, secuestremos al IESS para propósitos mayores. (O)