Hoy se realiza la marcha convocada por gremios sindicalistas y la Conaie, a la cual se han adherido varias organizaciones sociales que han insistido en que no se trata de una acción desestabilizadora, ni está auspiciada por políticos. Declaran que es una marcha de los trabajadores y las organizaciones sociales en defensa de los derechos humanos y en rechazo a las políticas económica, laboral y agraria, y que no es para medir fuerzas con el Gobierno sino para insistir en sus derechos.

Desde algunas instancias gubernamentales se ha rechazado la iniciativa y se han utilizado los medios de comunicación para descalificar a los posibles participantes. En realidad, en una democracia, una manifestación pacífica de descontento no tiene por qué ser considerada como un deseo de alterar el orden constituido, debe ser vista como lo que es, la expresión de un descontento, que debe ser escuchada y analizada sin juicios previos y sin buscar el descrédito de los organizadores. En contraparte, quienes han considerado que esa es la manera de hacerse escuchar, deben conservar la calma y cuidar que su salida a la calle se realice de tal manera que no dé lugar para justificar actos de represión.

La democracia necesita la voz de la ciudadanía y la capacidad de escuchar de los gobernantes. Es obligación de unos y otros evitar las interferencias y los ruidos que impidan el diálogo. (O)