Ha muerto Luis Mata Mera en Langscheid, una ciudad alemana en la que fue pastor de una parroquia. Nacido en Riobamba en 1939, desde niño recibió las enseñanzas del maestro Canelos, quien le dio sus primeras lecciones de armonía, contrapunto, piano y orquestación. En la banda escolar Luis Mata tocó con gran habilidad el bombardino (un pariente del corno francés). Después de confirmar su vocación de destinarse al servicio de los hombres por medio de la fe, y pasar por el seminario, los salesianos lo enviaron a Italia y Alemania. En el noviciado se graduó de kapellmeister, maestro musical de iglesia.

La preparación académica alemana –su profesora de piano había estudiado con Franz Liszt– lo capacitó para componer, tocar órgano y piano y hacer orquestación. La música fue la compañera de su sacerdocio. En el Ecuador fue decisivo su empeño en la formación de coros: el del Colegio Salesiano Cristóbal Colón de Guayaquil en la década de los setenta fue una leyenda no solo porque ganó todos los concursos, sino porque era armónico y afinado, con técnica vocal. El padre Mata hizo de la pertenencia al coro una mística y ejercitó una manera de ensayar para que los niños y jóvenes entendieran sus exigentes instrucciones.

El Coro Madrigalista –que llegó a presentar cantatas de Bach y la misa criolla de Ariel Ramírez– fue otra gran obra en la que dejó su sello, pues por muchos años fue la agrupación coral más armónica del puerto. Sus dirigidos cuentan que Luis Mata, mientras viajaba con el grupo para una presentación en otra ciudad, en el bus iba componiendo con papel pautado, lápiz y borrador: según varios especialistas, los mejores arreglos de música ecuatoriana para coro son de Luis Mata (entre otros, Pobre corazón, Invernal, El alma en los labios, Ambato, tierra de flores, Chola cuencana, Riobambeñita, La naranja, Apostemos que me caso).

Sus alumnos lo recuerdan llevándose de las aulas a los músicos para ensayar con el conjunto de música moderna que acompañaba las misas colegiales. En las convivencias, Lucho Mata inspiró la fe y la alegría por la vida a través de la música, abierto a cualquier inquietud. Como profesor de filosofía y lógica y ética practicó caminatas con los estudiantes durante los recreos con el propósito de hacerlos pensar más y usar menos la memoria. En el colegio también fomentó la puesta en escena de zarzuelas en las que él era el encargado del entrenamiento musical. En 1977 volvió a Roma para profundizar su formación espiritual.

Al terminar este proceso se quedó en Europa y se convirtió en cura diocesano, empeñado en trabajar con juventudes. En 1983 actuó, como director invitado, al frente de la Orquesta Sinfónica de Nuremberg. Estuvo en Guayaquil en 2001 y 2003 para realizar conciertos corales sinfónicos, ya con la ayuda de quienes había formado. Julio Álvarez Muñoz, uno de sus amigos y discípulos, ha comentado: “Este ser irrepetible que hoy ha muerto, a través de su risa contagiosa y escandalosa, sigue y seguirá vivo entre nosotros”. Con un diapasón en la mano, Luis Mata Mera permanecerá con quienes disfrutaron de su maestría musical y humana. (O)