Por mi trajinar a diario, he tenido que movilizarme constantemente en todos los medios de transporte de la ciudad (buses, busetas, colectivos) y he notado un sinfín de anomalías que detallaré a continuación.

He observado en la mayoría de las unidades el desaseo; el estribo es muy alto que hace muy difícil el subir de los pasajeros de la tercera edad y de las personas con problemas articulares, con bastones, muletas; los conductores son impacientes, ruedan velozmente, les falta pericia y sensatez al utilizar el freno, se olvidan de que llevan seres humanos y no materiales de construcción; los ciudadanos les hacen ver los errores a los choferes y estos con voces groseras y despóticas les dicen que elijan otros servicios de transporte. Agrego, el subir y el bajar perennemente en los colectivos de los vendedores de toda clase de artículos, con sus diálogos cansinos y repetitivos queriendo “ablandar el corazón” de los usuarios para que les hagan “el gasto”, caso contrario si el pasajero no compra se lleva de premio de los vendedores frases impublicables, miradas de agresividad, etcétera.

Anoto también a los payasos con sus bromas de doble sentido que hieren los oídos de las damas y los caballeros, se suben con parlantes, promocionan la música del momento, molestan y alteran los nervios del público.

No puedo olvidar a los ciudadanos que se suben a las unidades y piden “colaboraciones” de dinero, señalan una parte de su cuerpo que se encruentra vendado o con apósitos de esparadrapos, gasas sucias, etcétera.

Para concluir, tengo que agregar a los individuos que descaradamente dan rienda suelta a sus vicios de usar las drogas y fumar sin descaro a vista y paciencia de la gente. Mi asombro es que viendo, sintiendo y enfrentando en el día a día las anomalías, los transportistas exigen subir el precio de las tarifas del transporte público.

En el mes de agosto, el Municipio de Guayaquil creo que se hará cargo del transporte de la ciudad y se verá un cambio muy positivo para el bien de la colectividad.(O)

Vicente Ofelio Castillo, Guayaquil