Lo que se publicita como un gesto noble y solidario en medio de la crisis fiscal –bajar los salarios de la alta burocracia para financiar la contratación de 1.200 médicos en un programa de mortalidad materno infantil– revela una inmensa irracionalidad y mucha hipocresía. Después de ocho años de un generoso derroche de recursos estatales, bajo el argumento de que la austeridad constituía un principio neoliberal; de haberlos utilizado como recursos propios, que podían disponer de ellos como quisieran, resuelven reducirse los sueldos para dar ejemplo de austeridad a la patria. Ellos, que han dejado a la economía más vulnerable a los shocks externos, sin fondos para una política anticíclica, sacan de sus billeteras 22 millones de dólares para financiar un programa de salud. Carlos Marx Carrasco declara sin siquiera sonrojarse: se trata de racionalizar el gasto y establecer prioridades. Y el presidente, en su última sabatina, sella el gesto con una frase monumental: el ejemplo debe comenzar por nosotros.

Un breve repaso por apenas poquísimos proyectos basta para mostrar cómo han derrochado el dinero estatal. 43 millones de dólares en el edificio de Unasur, el sueldo de dos años de los médicos que hoy no tienen cómo financiar. 3,5 millones de dólares en un aviso de 30 segundos en el Super Bowl. 1.200 millones –según El Comercio– en la Refinería del Pacífico, proyecto que no tiene financiamiento para seguir. Expropiaron 5.000 hectáreas de tierras fértiles en el hermoso valle de Urcuquí para el alucinado proyecto Yachay, y no usan más de 200. A propósito: ¿Cuánto gana el rector de Yachay? ¿Cuánto los Ph.D. extranjeros contratados para nivelar a 150 estudiantes? Bastaría sumar los no menos de 6 mil dólares mensuales que cuesta cada uno de los casi mil investigadores traídos al país en el proyecto Prometeo, para mostrar cómo han usado los recursos. O pasearse por la Secretaría del Buen Vivir, o por las universidades manejadas por las huestes aliancistas, o calcular el robo de medicinas en el hospital del IESS en Guayaquil…

Grandes y pequeños derroches. ¿Cuánto cuesta al mes operar El Telégrafo? ¿Cuánto TV Ecuador? ¿Cuánto han costado las 413 sabatinas, los gabinetes itinerantes, la movilización de ministros, asesores, helicópteros, choferes? ¿Cuántos ministerios y secretarías había al inicio de la revolución y cuántos hoy? ¿Cuántos servidores públicos? ¿Cuánto gastaba el Estado al inicio de la revolución en sueldos y salarios y cuánto ahora? Y nos vienen a hablar de prioridades, de dar ejemplo, de austeridad. Han gastado sin límites los recursos del Estado y hoy hacen un gesto supuestamente noble de sacrificio personal para financiar 22 millones en un presupuesto general de 35 mil millones.

Han querido cubrir todo, copar todo, hacer todo, estar en todo, controlar todo, desde el Estado, sin escatimar recursos y gasto. Han vuelto a endeudar al país, han generado crecientes déficits fiscales a pesar de la bonanza petrolera. Y hoy proclaman austeridad. Nos han llevado a un escenario de ajuste por un irresponsable manejo fiscal, y hoy anuncian a los cuatro vientos su nobleza recortándose el salario entre 5 y 10%. Durante ocho años han hecho todo lo contrario a lo que hoy publicitan como gesto ejemplar, y quieren recibir aplausos. Prohibido olvidar.(O)