El capitalismo, basado en las relaciones libres entre personas y organizaciones, por su esencia es un sistema lleno de defectos… los defectos y cualidades de todas las personas que tejen su compleja trama. Sin embargo, este sistema ha logrado que 7.000 millones de personas vivan, en una alta proporción, mejor que los 1.000 millones del pasado.

Para esto ha enfrentado las dos grandes paradojas de los sistemas económicos. Uno, el consumo es el objetivo de la economía porque mejora la calidad de vida de la gente, pero el ahorro (posponer el consumo) es el medio fundamental que permite alcanzarlo. Dos, los seres humanos son el objetivo de todo sistema, pero el capital es el que permite liberar a las personas de su atadura a pobreza y estancamiento. El capitalismo ha avanzado en superar estos dilemas, por dos razones esenciales, generalmente malentendidas.

Uno. Contrariamente a lo que se piensa, el capitalismo es el sistema del ahorro, no del consumismo. Es el que mejor incentiva a que la gente sacrifique el presente en aras a un mejor futuro, porque al convertir el ahorro en inversión, esforzarse por más trabajo, nuevas ideas y productividad, tiene una alta probabilidad de mejorar su vida. ¿Y los excesos del consumo? Por un lado son el efecto visible del éxito del sistema. Por otro lado son el efecto de las manipulaciones de los gobiernos sobre inflación y tasas de interés. Estas últimas son el factor esencial a través del cual la gente muestra su preferencia entre consumo actual y ahorro. Cuando los gobiernos las manipulan artificialmente a la baja, y peor aún cuando le agregan inflación, están favoreciendo el endeudamiento frente al ahorro, y el resultado inevitable es que la gente se orienta más al presente, es decir, al consumo actual en lugar del ahorro, inversión, consumo futuro.

Dos, el capitalismo es el sistema que mejor esclaviza y explota al capital, para ponerlo al servicio del hombre. ¿Qué es el capital? Según la vieja definición del gran economista David Ricardo, “el capital es la parte de la riqueza que se emplea en la producción y que es necesaria para dar efecto al trabajo” (ojo, el capital no es dinero). Es decir, todos los medios como maquinaria, tecnología, procesos, etcétera, que potencian el trabajo. Es gracias al capital, como un medio no como un fin, que el ser humano puede trabajar menos, porque produce más en cada hora de trabajo. Cuanto más capital hay en una sociedad frente a la cantidad de trabajo, más se valora el trabajo (los salarios mejoran) y más los procesos productivos consisten en “explotar” al capital. Cuanto más capital hay, más se sitúa el ser humano por encima del capital. Y entonces, ¿en qué queda la tan repetida frase “el ser humano está sometido al gran capital”?, porque no hay suficiente capital en los países pobres y se confunde capital con dinero, y ciertamente el dinero tiene una preponderancia excesiva porque se ha estimulado, en los sistemas monetarios modernos, su incontrolable creación y multiplicación… Pero eso nada tiene que ver con el capitalismo. (O)