En el 2014, las exportaciones bananeras ecuatorianas rompieron récord. A principios del año el precio por caja en el mercado ocasional es superior al oficial.

El presidente finalmente incorporó al Ecuador al acuerdo comercial Unión-Europea CAN, lo que augura que en algún momento del 2016 o a más tardar enero 1 del 2017 el diferencial entre el arancel más alto que pagamos nosotros y el más bajo que pagan los países del Caribe se reducirá al mínimo.

Todos estos factores pueden inducir a creer que el banano tiene buenas perspectivas. No es así.

2014 fue un año de recuperación del banano por problemas climáticos en otros países exportadores. El Ecuador vuelve a ser el país al que se le compra banano cuando no hay en otra parte. A esto contribuye la inflexible política de precios, que impide al exportador comprar fruta para exportar cuando el precio está bajo.

El productor exige un alto precio de sustentación puesto que la elevación de los salarios agrícolas por encima de la inflación, IESS y otras cargas le aumentan sus costos.

Las autoridades tendrían una pésima opinión de los exportadores nacionales. Muchos, por multas, glosas y otras medidas tributarias, han ido debilitándose y saliendo del mercado.

El Ecuador nunca permitió que las grandes exportadoras transnacionales tengan propiedades agrícolas. Si bien hay mérito en esta posición, que las bananeras sean de ecuatorianos, también significa que la primera fruta que venden las exportadoras es la de sus propias plantaciones en Centroamérica.

En este contexto, el Ecuador pierde terreno en los dos principales mercados mundiales, Estados Unidos y la Unión Europea. Nuestros exportadores nacionales buscan permanentemente nuevos mercados y desarrollaron los de Rusia, gran cliente, y del mediterráneo oriental, donde venden a importadores turcos para su colocación en terceros países. El banano ecuatoriano no entra a Turquía.

El gran desafío de estos días es el fortalecimiento del dólar y la depreciación del peso colombiano, que torna mucho más barato al banano colombiano que ya de suyo goza de mayor cercanía a los mercados.

Adicionalmente, el rublo se ha desplomado 55% frente al dólar en los últimos meses. Como los importadores rusos nos pagan en dólares y venden en rublos a los supermercados, han perdido su capital de trabajo, no pagan a los exportadores ecuatorianos, quienes tienen dificultades para cancelar a tiempo a los productores, y las autoridades los tratan como si fueran delincuentes.

En el Medio Oriente, clientes importantes son Siria e Irak, en guerra civil y con gran parte de su territorio en manos de una banda de asesinos que se hace llamar Estado Islámico.

Se habla de China como gran mercado potencial. Pero China grava con 10% al banano ecuatoriano y tiene al frente a Filipinas, segundo productor mundial cuyo salario mínimo agrícola es 174 dólares mensuales para jornadas de 48 horas. Difícil competir.

Por todo lo expuesto, la exportación bananera del 2015 ya no está en nuestras manos, depende de la oferta de los otros países grandes exportadores.

Hoy que caen las exportaciones petroleras y se abre el déficit de balanza de pagos, va a pasar factura la política de desestimular la exportación bananera. (O)