No soy opositor, tampoco político. Veo temas que se muestran maquillados pero nadie investiga qué tan cierto es.

Es como armar un andarivel, construir un sistema paralelo, un país paralelo que de a poco va empujando al país real, el país que trata de salir de la pobreza, donde se lo cubre con un manto de supuesto éxito, supuesta innovación, supuesto apoyo, supuesta reducción de la pobreza, supuesta baja del desempleo, supuesta reducción de la delincuencia, etcétera.

Es muy posible lograrlo si se mueven piezas claves que converjan todo ante los ojos de un pueblo; y de ese pueblo, el 60% está ocupado de subsistir, agobiado de impuestos, de ver los problemas que día a día lanza la política, que no le roben o maten en las calles; preocupado porque sus hijos no consuman drogas,  preocupado porque los precios de los víveres en las grandes tiendas suben cada día. Y es un pueblo donde no todos son tan ilustrados, no entienden si un ente político les dice la verdad o abusa de su necesidad de comer para que todo les sea creíble.

Usando maquinaria de propaganda se puede llegar masivamente a un pueblo, los hechos pueden ser sesgados por información que se le hace llegar adornada de rosas con espinas podadas, pero tarde o temprano volverán a crecer. Es de discernir: no vendas en los ojos. A un país lo han polarizado en pelucones y pobres, terroristas denunciantes y amigos, vende patria y apoya patria, horrorosos y hermosos. Esto no puede seguir así, como se ha llevado la política, se ha llegado a insultar al opositor; insultar a un opositor por redes es ser amigo del progreso y el cambio.(O)
Pedro Palacios Flores,
Ingeniero, Guayaquil