Hace pocos días se dio a conocer un informe realizado por The Economist Intelligence Unit (EUI) para la BBC en el cual se califica con un índice que va del 0 al 10 a la situación de la democracia liberal en 165 estados independientes y 2 territorios. EUI pertenece al grupo Economist que publica a su vez la revista de igual nombre, siendo una de las más prestigiosas a nivel mundial. Los informes preparados por The Economist son seguidos con interés por inversionistas y empresarios, para quienes sus opiniones constituyen un valioso referente al momento de decidir en qué países del mundo se puede invertir en condiciones más seguras y favorables.

Al igual que el informe de The Economist, hay otros reportes que son muy estimados, tales como el de la revista Foreign Policy que circula bimensualmente con especial énfasis en política internacional; Foreign Policy publica anualmente sus reconocidos índices de globalización y de estados fallidos, los cuales inevitablemente generan importantes controversias; pero aún a pesar de aquellas, pocos se dan el lujo de ignorar, minimizar o despreciar informes como el de esas publicaciones, por más que en algunas ocasiones incluyan datos, análisis e información que no necesariamente coinciden con las realidades de cada estado. Aún más, en ciertos casos se argumenta que los informes como el publicado respecto a la democracia, son sesgados ya que no toman en cuenta factores como la popularidad de los gobernantes, la cual paradójicamente puede enaltecer o enrarecer la vivencia democrática.

En el caso específico de nuestro país, la calificación otorgada es de 5,87, situándola en el mismo grupo de países como Honduras, Guatemala, Bolivia, Nicaragua y Venezuela (como simple referencia, la democracia uruguaya es calificada con 8,17, la chilena con 7,80 y la colombiana con 6,55). The Economist se permite inclusive clasificar la democracia como plenas, imperfectas, híbridas y autoritarias, lo cual también ha sido cuestionado ya que se señala que esa clasificación carece de verdadero rigor científico. Ecuador entra en la categoría de democracia híbrida, un nuevo concepto político que pretende definir a gobiernos en los que se fusionan elementos propios de la democracia y otros ajenos a la misma. ¿Es justo que nuestra democracia reciba ese calificativo?

Con argumentos a favor y en contra, es justo reconocer que hace poco más de una década, cuando se discutía la falta de gobernabilidad que exhibía el Ecuador, inclusive se especulaba respecto de la posibilidad que nuestro país se convierta en un estado fallido, situación extrema que afortunadamente no ocurrió. Yo prefiero por eso hablar de una democracia imperfecta, categoría que define mejor nuestra realidad equiparándola con la que vive la mayor parte de países latinoamericanos. Como imperfecta no es mala, pero absolutamente mejorable. (O)