Al presidente Obama ya no le quedan elecciones por delante. En Estados Unidos hay un límite de dos periodos presidenciales que pueden ser consecutivos; el actual es su segundo. Acaban de tener lugar las elecciones de mitad de periodo. Por lo que ha decidido que en los dos años que le quedan tomará acciones que estima correctas aunque tengan costo político. Entre ellas, reanudar relaciones con Cuba.

Consideraciones de política interna impidieron que esto sucediera antes. Los primeros migrantes cubanos a Estados Unidos, una clase media acomodada de un alegre y próspero país, tuvieron que salir al extranjero dejando todas sus posesiones atrás. Pero los exiliados llevaron sus talentos, y convirtieron lo que era un destino de veraneo en una de las principales metrópolis estadounidenses. Guardaron un plenamente justificado encono a los guerrilleros de la Sierra Maestra que les arruinaron la vida.

Esa generación está en fase de extinción. El lobby anti-Castro ya no es lo que fue. Sus hijos y nietos son estadounidenses bilingües y biculturales, Cuba es historia. Los balseros de las siguientes migraciones no dejaron nada atrás en la isla empobrecida, para ellos Miami era la tierra prometida donde los ayudarían sus compatriotas.

La mala relación comienza cuando en 1960 Castro confisca las propiedades estadounidenses. Estados Unidos rompe relaciones y el Congreso estadounidense decreta el embargo de todo comercio con Cuba. Este embargo es al que los presidentes Maduro y Correa, entre otros, califican inexactamente de bloqueo. Pero no lo es puesto que no bloquea el comercio de Cuba con otros países, y además los gobiernos estadounidenses han hecho tantas excepciones al embargo que parece queso suizo.

La situación se deteriora como consecuencia de la guerra fría. Washington y Moscú jugaban al ajedrez geopolítico, y Castro cambia el color de Cuba y se convierte en peón pasado de la Unión Soviética. En 1961, el recién posesionado presidente Kennedy apoya tibiamente la invasión gestada por su predecesor. A última hora retira el apoyo aéreo y el ejército cubano extermina a la expedición de exiliados cubanos que desembarcaba en Playa Girón.

En 1962, Henry Kissinger, estudiando fotos tomadas por un avión espía U2, descubre que en Cuba se construían canchas de fútbol. Los cubanos juegan béisbol, las canchas son para los rusos, dijo a sus superiores. Estados Unidos determinó que la URSS construía una base nuclear y su armada montó (ese sí) un bloqueo a Cuba para inspeccionar los grandes buques capaces de transportar ojivas. Fue el momento más álgido de la Guerra Fría, cuando se pensó factible la destrucción mutua de las dos superpotencias.

Cuando el primer buque sospechoso de portar misiles se aproximaba al cerco naval, dio vuelta en U. El líder soviético aceptó no montar los misiles a cambio de que Estados Unidos retire los suyos de Turquía. Con ello, toda amenaza de Cuba comunista a los Estados Unidos dejó de existir, y de no ser por el lobby cubano de Miami, las relaciones se hubieran normalizado en poco tiempo.

Probablemente el actual Congreso estadounidense no levante el embargo, pero Obama le está haciendo más huecos al queso y solo queda la corteza. (O)