El presidente dijo esta semana: “En estos tiempos difíciles veremos lo importante que es tener una moneda nacional... Nosotros tenemos una moneda extranjera por lo que la situación es mucho más grave”. Esto está lejos de ser una verdad evidente.

Cuando un país depende considerablemente de materias primas, como es nuestro caso, la caída de precio de su principal exportación perjudica significativamente a la economía sin importar qué moneda tenga. La gran diferencia es que, como sucede en Rusia, la devaluación e inflación añaden problemas monetarios a un shock externo y a problemas fiscales –tan típicos de un gobierno populista–.

¿Qué ha pasado en Rusia? Conforme cayó el precio de petróleo sus exportaciones totales cayeron y su moneda se devaluó de 36 rublos por dólar en agosto hasta llegar a 61 este mes. En 2014, el rublo ha perdido la mitad de su valor. Los rusos se dieron cuenta de que sus ahorros y salarios reales están siendo licuados y han corrido a comprar bienes durables. Asimismo, se ha dado una vertiginosa fuga de capitales.

Quienes añoran tener moneda nacional, porque como dice nuestro presidente, esta es un “instrumento de coordinación social”, creen que la solución a los problemas de Rusia frente a la caída del precio del petróleo es tan sencilla como devaluar para estimular las exportaciones. Pero los banqueros centrales rusos se han topado con la realidad de que la devaluación de su moneda deriva en una mayor tasa de inflación y, además, el peso de todas las deudas denominadas en dólares y en euros aumenta al mismo ritmo que la devaluación. Por ejemplo, si una empresa debía 100 dólares en agosto, eso equivalía a 3.700 rublos. Ahora equivale a 7.400 rublos, es decir, el doble. Lo mismo ocurre con la deuda del sector público.

Este lunes, a la 1 de la mañana, los banqueros centrales de Rusia subieron la tasa de 10,5% a ¡¡17%!! Algo similar están haciendo otros países emergentes con moneda propia como Brasil. ¿Por qué lo hacen?

Porque no les queda otra opción frente a la fuga de capitales. Lo que están tratando de hacer ahora es volver al rublo más atractivo con una tasa de interés más alta pero al parecer ni siquiera con una tasa más alta se ha detenido la caída del rublo o restaurado la confianza.

En realidad las personas no son piezas inanimadas en un rompecabezas. Reaccionan para defender sus intereses y conforme el rublo se devaluó los rusos han procedido a deshacerse del rublo, ya sea comprando televisores o atesorando divisas o sacándolas del país.

La moneda propia no le ha servido a Rusia para promover exportaciones ni para bajar la tasa de interés. Para lo que sí ha servido es para generar la desagradable dupla de devaluación e inflación. Además, su banco central se ha visto en la obligación de subir la tasa de interés, lo cual deprimirá las inversiones y el crecimiento económico. Para 2015 lo que les espera es una economía estancada con inflación. Algo parecido a lo que vienen padeciendo los argentinos y venezolanos desde el año pasado. La moneda nacional en países con gobiernos populistas equivale a agregarle leña al fuego.(O)