Esta semana en Rusia, el rublo cae un 20% frente al alicaído pero luchador dólar. A más de eso, su petróleo cotiza a $ 58 el barril, lo que supone una bofetada para el presupuesto general del Estado o como le llamen por allá a la planeación anual de gasto e inversión y, por ende, tiene un déficit en la balanza de pagos.

Y como es natural, los seguros sobre impago de deuda dicen que el riesgo de quiebra del país es del 95%. Es en estos momentos que hay que ponerle “la correa”, porque con el arsenal bélico que ostenta Rusia, la sed de imperio que siempre ha tenido –(no olvidemos que la inmensa Rusia empezó siendo el principado de Kiev y Nóvgorod unificados, y en tiempos de la URSS su territorio era casi medio mundo)–, el desánimo de Estados Unidos de intervenir a causa de sus problemas y el descrédito del que es blanco cuando propone intervenir en lugares en los que de un metrallazo se tira al traste la democracia, queda casi que libre para hacer lo que se le antoje en los Balcanes. Putin primero invade todo lo que lo rodea antes de asumir una quiebra, y una vez consumada esa expansión, solo Dios sabrá. (O)

Mario Alejandro Duffis Sánchez, estudiante de Derecho, Guayaquil