Aumento de las víctimas infantiles existe todos los años en el mes de diciembre, por las celebraciones de la Navidad y el Año Nuevo, pese a las campañas de prevención controladas por las autoridades y por el Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil del no a la pirotecnia.

El uso de artefactos explosivos antes, durante y luego de estas festividades deja una estela de tragedia y dolor para los niños, jóvenes y adultos. Los saldos de los accidentes son, por demás, trágicos. Se queman las personas con tal gravedad, que hay discapacidades y muchas muertes. Los hospitales atienden a personas con quemaduras de segundo y tercer grado, y los médicos tienen que cortar miembros (brazos, piernas) a personas que han recibido impactos de bengalas.

El abuso de los lanzamientos al aire de los explosivos puede originar incendios, quemar casas, negocios, animales domésticos, etcétera, que son alcanzados por los cohetes cuyos residuos caen sobre las personas, vehículos, mascotas, infraestructuras, árboles, tanques de gas, etcétera. Son secuelas físicas y materiales que en tantos casos duran para toda la vida.

El año pasado se registró la muerte de una niña que jugaba con petardos y camaretas que no estallaron al momento, pero por pura curiosidad la pequeña se acercó a cogerlos y le explotaron.

Los jovencitos pierden la vida al intentar encender los juegos pirotécnicos.

Ningún fuego artificial es inofensivo, todos pueden causar daño, al no ser usados con todas las medidas necesarias, el peligro puede ser grande por la explosión de la pólvora.

¡Basta ya! Por qué no se hace de una vez por todas una ley, o si ya hay una que se cumpla, para que existan más controles en las fabricaciones, en las ventas de los materiales explosivos.

Se promulgan leyes y sanciones que impiden matar a un toro en las últimas ferias taurinas; las personas piden que erradiquen el salvaje juego del carnaval con agua y el lanzar globos; por qué no regular y controlar el uso de los explosivos, entonces podríamos decir sí a la seguridad.(O)

Carlos Riofrío Navarro, Guayaquil