La Asamblea de las Naciones Unidas, por iniciativa de la Unión Europea y Japón, decidió solicitar al Consejo de Seguridad remitir a la Corte Penal Internacional para investigación y eventual juzgamiento a los responsables del gobierno de Corea del Norte por violaciones de los derechos humanos, por delitos de lesa humanidad. Se opuso a esta medida un grupo de 19 países, encabezado por Cuba. Si hacemos una revisión de los gobiernos de esos países, veremos que tienen gobiernos autócratas, eternizados en el poder, en los que no hay elecciones libres. Los hermanos Castro han secuestrado la libertad por más de medio siglo; hace poco, en el canal de Panamá fue incautado un contrabando de armas enviadas por Cuba a Corea del Norte, camufladas en un gran cargamento de azúcar. La Venezuela de Chávez y de Maduro tiene preso al principal líder de la oposición y cierra periódicos, canales de televisión, radios. Bolivia aplicó la receta de la reelección indefinida. Fuera del continente americano, los solidarios con Corea del Norte son iguales o peores violadores de los derechos humanos. Bielorrusia, cuyo presidente es llamado el último dictador de Europa. Siria tiene en su conciencia más de cien mil muertos. En Rusia, el señor Putin se ha adueñado del poder. En China rige el partido único, el comunista. Es decir, apoya a Corea del Norte un verdadero sindicato de dictadores.

El Gobierno del Ecuador se ha sumado a esta lista de apoyo a Corea del Norte. El presidente dice que no ha justificado (los hechos en Corea del Norte) y aduce que la decisión fue en contra del procedimiento. Hay que recordarle que un principio fundamental de nuestra legislación es el de que no se deben sacrificar los intereses de la justicia por normas procesales. Pero esta actuación del presidente no es nueva: apoyó y visitó al dictador libio Gadafi; se opuso a sanciones contra el dictador sirio por violaciones a los derechos humanos. Invitó a nuestro país al presidente de Bielorrusia. También dio tribuna al presidente de Irán para que desde nuestro suelo desafiara al mundo. Y, así, podríamos seguir…

¿Y cuál es el beneficio para el Ecuador de esta antipolítica internacional? Dejando aparte lo repugnante de apoyar al dictador de Corea del Norte, y en oposición a Europa, es contradictorio e inconveniente que mientras negociamos un acuerdo de comercio con Europa, fundamental para nuestros intereses exportadores, apoyemos a los enemigos de Europa; porque son enemigos de Europa, Siria e Irán, como lo fue Libia. Los viajes del presidente y miembros del Gobierno a estos dos países no nos han conseguido la venta de un solo plátano; más bien nos han significado problemas financieros internacionales. Los tratados de comercio no dependen solamente de los gobiernos, sino también del Parlamento Europeo.

Este apoyo del Gobierno del Ecuador al dictador de Corea del Norte, y en semejante compañía, debe abrirnos los ojos para no seguir por la senda de los autócratas y oponernos con todas las fuerzas a este intento de reelección indefinida, que significa la sepultura de la democracia y la libertad.