Miro el calendario como si fuera medidor de gasolina mas como no poseo computadora de a bordo que permita calcular cuántos kilómetros quedan por recorrer con la reserva, ignoro la fecha en que me tocará entregar las herramientas, tragar mi acta de nacimiento. Quizás sea en mi próxima y tercera operación al corazón y a la aorta. Morir es saludable porque permite saber quiénes llorarán por nuestra partida, sentirán júbilo por la misma. 2015 puede ser un año más o el último polvo nuestro nada erótico.

Antaño uno envejecía más lentamente, ahora los años se turnan a tal velocidad que uno pierde la cuenta. ¿Cómo saber qué edad tenemos si eso cambia a cada rato? El panorama no luce optimista, los fines de mes son difíciles sobre todo los 29 últimos días, la Iglesia sigue prohibiendo el condón, accesorio del amor enmascarado, sigue viendo el sexo oral como perversión en vez de enfocarlo como experiencia gastronómica, reconocimiento del terreno con los cinco sentidos antes del alborozo final. Nos escandaliza más un pecado de la carne que las víctimas de Palestina, el calentamiento global del planeta. Los puritanos se siguen ofendiendo pues a nadie se le ocurre ponerles hojas de parra en los ojos. El nuevo rico se justifica diciendo que es un antiguo pobre. Un idiota pobre sigue siendo idiota, un idiota rico es solo un rico. Al homosexual pobre se le dice marica, al de alto copete jocoso invertido.

¿Sería católico el posible Dios? La postura más cuerda es la de Bertrand Russel cuando escribió en ambas caras de la misma hoja: “La verdad se encuentra en el otro lado”. Hablar de la Biblia sin haberla leído toda es como hablar de los extraterrestres sin haber visto uno. En realidad cargamos con muchos errores. La naturaleza nos ofrece árboles pero nosotros inventamos jaulas. Consideramos el adulterio como pecado mortal cuando resulta más grave podar árboles, contaminar la atmósfera, creo que Dios jamás recibiría el Premio Nobel de la Paz. Él no es una respuesta sino una pregunta, pero es más fácil creer sin pruebas que dudar con honestidad.

En el 2015 seguiremos guerreando, insultando, atropellando, despreciando, consumiendo, ignorando, torturando, maltratando, exportaremos los productos más sofisticados de nuestra civilización, armas más letales, seguiremos matando, golpeando contra el suelo a todo animal susceptible de ser convertido en costoso abrigo de piel. A los armiños se los electrocuta por vía genital o anal, también se les rompe la cabeza o el cuello a palazos, se los desuella vivos a templones. El papa solía vestir estola de armiño, gorra de armiño, manto de armiño pero cuando quisieron vestir a Francisco con la famosa capa dijo sin más: “No, gracias... se acabaron los tiempos de carnaval”.

En el 2015 supongo que continuarán los eternos diálogos entre esporádicos bombardeos para establecer en Palestina una paz duradera, seguirán entrando francotiradores en las escuelas, 50.000 personas morirán de hambre, se gastarán cuatro mil millones o más en armamento. Seremos pesimistas alegres, optimistas disidentes, anarquistas moderados porque así le toca al llamado homo sapiens.