Vooolllldemorrrr, aléjate de Harry… Voldemoooorrr…

La patética escena en la que participan cuatro jóvenes vestidos como magos se desarrolla en el escenario de un canal privado autonominado para “medir” el talento de los ecuatorianos. Lo hace a través de un jurado de tres representantes de la farándula criolla y la dinámica consiste en darles cortos espacios de tiempo de exposición mediática para que demuestren “su talento” y convenzan al jurado.

La verdad sea dicha: en el programa se han visto representaciones muy interesantes, pero otras tristes, ridículas, como la del mago y sus amigos dando brincos sobre el escenario y lanzando imaginarios conjuros.

La exposición no es casual. Es pensada, calculada, medida con la vara de la avaricia, con el objetivo de alcanzar el ansiado rating: poner en ridículo a ecuatorianos esperanzados en un talento que no tienen; ausencia que lo saben quienes organizan el programa, a través de las preselecciones antes de lanzarlos a la arena de la burla y el sarcasmo. (Consulten en YouTube “lo peor de ETT” y eviten la mofa: los engañaron al “darles la oportunidad”).

No es la primera, ni será la última vez que un canal privado promocione un espacio de ese nivel con la mirada puesta en los ingresos, el pautaje publicitario, las ganancias. Es legal, no sé si legítimo.

Pero que desde el ámbito de lo público se yerre, sería imperdonable.

El fin de semana anterior la Intendencia Zonal 6 Austro de la Superintendencia de la Información y Comunicación, Supercom, organizó un concierto al que denominó Feria - Concierto 1 x 1 Queremos más música nacional. Casi diez horas de un espectáculo continuo cuyo objetivo fue promocionar al artista ecuatoriano, con una base legal: el artículo 103 de la Ley Orgánica de Comunicación, LOC, que en esencia dispone que las emisoras de radio con una señal concesionada por el Estado programen música producida, compuesta o ejecutada por artistas ecuatorianos, y que represente el 50% en todos sus horarios, incluyendo el pago de los derechos de autor conforme la ley.

No es un secreto ciertas prácticas abusivas en las que incurrieron dueños de programas musicales o medios radiales: cobrar a los artistas nacionales para otorgarles un espacio en su programación. O como en otros casos, la parrilla y contenidos venían diseñados desde el exterior. Por ello lo acertado del artículo 103, pero garantizando la calidad de dicha producción.

El concierto en mención, retransmitido por varias emisoras locales, despertó una expectativa sobre lo que se iba a escuchar; al menos mi primera impresión fue un poco desagradable: “flow, flow, flow, voy consumiendo la droga, que me va abriendo el cerebro y me van dilatando las pupilas, flow, flow, flow…”. Me desconecté.

Seguramente estuvieron bandas, grupos o solistas destacados, pero hasta donde escuché, me asaltaron las dudas sobre si seremos capaces de cumplir con las expectativas del 1 x 1 o fue un descuido de los organizadores del concierto. Al menos radio Pública lo está haciendo bastante bien, con una didáctica mínima sobre los grupos que presenta.

Que los ecuatorianos tenemos talento, verdad indiscutible; que debemos ser más rigurosos y garantizar la calidad, la producción propia, no es una opción, es una obligación permanente.