“Vous aussi, venez débattre”, leo en algunos sitios de Mulhouse, una simpática ciudad francesa, en el corazón de Alsacia. “Usted también, venga a debatir”, es una manera de invitar al “lanzamiento de esta transición democrática hacia un territorio altamente ciudadano”, lo descubro en una hoja bien diagramada y a tres colores, que encuentro en el Museo de la Ciudad. La cita durará dos días y reunirá a intelectuales, políticos, personas con capacidad de decisión, artistas, periodistas que confrontarán sus experiencias y propuestas sobre temas de actualidad y de interés social en un ambiente de pluralismo y confrontación de ideas, abierto al público en general y a los estudiantes en particular. Se quiere comprender las razones del pesimismo en la sociedad e invertir la tendencia.

Todo esto, de lo que confieso que no conozco más que lo expuesto antes, me dio tema para algo que debería preocuparnos: lo poco que hacemos por la formación ciudadana y la creación de espacios de reflexión teórica y conocimiento de experiencias diferentes.

La educación para la ciudadanía, debe ser uno de los objetivos del sistema educativo, pero debe ir más allá de las aulas y de la edad escolar, debe ser un tema permanente.

La sociedad cambia por múltiples razones y los principios de organización social y política deben responder a ello, pero son los integrantes de la sociedad, los que deben proponer y aceptar esos cambios. Es cierto que por su profesión o por su preparación hay personas capaces de detectar las necesidades sociales y con audacia teórica proponer algo nuevo y diferente, pero la aceptación final de esas propuestas y las acciones que las convierten en modo de vida colectiva corresponden a todos y a cada uno de los ciudadanos. Son ellos quienes tienen derecho a tomar las decisiones que afectarán a la comunidad, pero que para ejercerlo a plenitud requieren una preparación básica, que permita conocer lo planteado y pensar y contrastar críticamente las alternativas y sus posibles consecuencias.

Hay algo más que me llamó la atención en la convocatoria que comento al principio de este artículo, se dice que se quiere comprender las razones del pesimismo en la sociedad e invertir la tendencia.

No es solo una tendencia latinoamericana, la visión negativa de la vida social y política y del porvenir. No es extraño por eso, que en distintas geografías se produzcan acciones de protestas masivas, que son el grito social y, sobre todo, juvenil ante una realidad que les niega el presente y no les ofrece un futuro deseable.

Trabajemos pues en comprender las causas del pesimismo, de la desesperanza, pero hagámoslo con seriedad, buscando más allá de las personas, identificando las circunstancias y los procesos que, incluso, hicieron posible que personas de determinadas características asuman un liderazgo, no siempre positivo.

Y hay algo más, es urgente que entendamos que cualquiera que sea el tipo de decisiones que tome la ciudadanía, deben quedar plasmadas en leyes para que sean conocidas y respetadas por todos, empezando por las autoridades a quienes los ciudadanos deben exigirles su cumplimiento. Quizás el inicio del cambio de tendencia esté en que seamos más y mejores ciudadanos.