El poder que Luis Chiriboga maneja más allá de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) tiene una incuestionable verdad: jamás ha recibido una crítica oficial y nunca le ha incomodado o preocupado la serie de críticas no oficiales de parte de dirigentes independientes de su invasiva injerencia, o de hinchas inconformes a través de redes sociales.

La serie de evidencias del “poder de Chiriboga” alcanzó un punto cumbre tras revelarse conflictos internos en la selección ecuatoriana de fútbol al finalizar el Mundial de Brasil 2014 por la curiosa y disociadora entrega de premios a jugadores, entrenadores, utileros, dirigentes –y no sé si a periodistas también– por la clasificación del combinado a dicho torneo.

Las revelaciones del jugador Jefferson Montero sobre la repartición del dinero –evaluatorias en torno a una pobre actuación de la Selección– fueron las que motivaron la dura reacción en redes sociales en contra del dirigente, exigiendo una rendición de cuentas transparente (más o menos como pedir peras al olmo). Otros, como Rodrigo y Esteban Paz, dirigentes de la Liga Deportiva Universitaria de Quito, se sumaron a la exigencia pública de información y la respuesta a todo fue una amenaza de demanda legal de parte de la FEF en contra de quienes “se atrevieron” a cuestionar a Chiriboga –a difamarlo, según dijo–.

Así, los cuestionamientos, burlas y mofas se dispararon, especialmente en Twitter con el hashtag #DemándameChiriboga, lograron posicionarse como tendencia y presionar a la FEF a retirar la advertencia de demanda. A tragarse sus amenazas.

La búsqueda de revancha –para mantenernos a tono con lo deportivo del tema– se ensañó contra Esteban Paz, que fue sancionado con un año calendario fuera de la dirigencia por sus declaraciones sobre el tema de derechos de transmisión en televisión de los partidos del campeonato nacional ecuatoriano. Otra papa caliente que no incomoda a la FEF.

Efectivamente, no pasó nada.

Esta semana, las redes sociales han vuelto a la carga en contra del incuestionable poder dirigencial relacionado con el denominado Rey de los Deportes: el audio de una reunión de representantes de asociaciones de fútbol, en el que se escucha a Chiriboga anticipar, adivinar, advertir, ordenar lo que ocurrirá en una reunión extraordinaria de la FEF: “(…) y se negará, quedará sepultada la famosa Liga de Fútbol Profesional”.

La frase de la nueva polémica no puede ser entendida de forma descontextualizada. La Liga de Fútbol Profesional es una propuesta que cuestiona las estructuras de la ya caduca FEF, que cuestiona esa antiética forma de administrar y decidir mediante el premio a la “lealtad”, confidencialidad y sumisión (premios, digo, al estilo de esos 111 tours entregados a propósito del Mundial Brasil 2014). Y algunos de los proponentes de la Liga son precisamente quienes disienten con Chiriboga.

La vigencia de la Liga, que entre otras cosas busca que los propios clubes puedan manejar y negociar los derechos de televisión, establecer sus modelos de gestión según la Ley del Deporte, etcétera, en el fondo dejaría sin el poder nada fáctico, más bien supremo, de la dirigencia según el modelo FEF.

Y ello ha vuelto adivino a Chiriboga: “(…) y se negará, quedará sepultada la famosa Liga de Fútbol Profesional”.

Así, cualquiera.