Qué conmovedor fue observar por televisión, como leer en diarios, a padres especialmente mujeres de avanzada edad solicitando perdón, postrados de rodillas y con las manos entrelazadas como si se rezara en favor de sus hijos o nietos que fueron detenidos en los días 17 y 18 de septiembre en las manifestaciones que se realizaron especialmente en Quito, que fueron calificadas por algunas autoridades como acciones ilegales tendientes a desestabilizar la revolución.

De muy poco sirvieron las súplicas de los familiares de los detenidos, puesto que el presidente manifestó que pidan perdón a la ciudadanía del país, especialmente a las familias de los policías heridos. Mi reflexión es a la triste acción que debieron realizar los padres en favor de sus seres queridos, algo que no debía haberse suscitado. Las movilizaciones y manifestaciones que se produjeron en muchas ciudades del país fueron convocadas por trabajadores, según su decir por estar inconformes por algunas de las últimas medidas dictadas por el Ejecutivo y a cuyo llamado acudieron estudiantes, jubilados, indígenas, maestros, choferes, empleados privados, políticos de oposición; quienes encontraron el rechazo de miles de simpatizantes del Gobierno que acudieron como contramarcha. Sumó la intervención de uniformados de la policía civil utilizando gases, caballos y perros; procedieron a desalojar a los asistentes con los conocidos resultados de algunos heridos y más de 50 detenidos.

La mejor solución hubiera sido dialogar con los representantes de los grupos opositores y aplicar una medida de aceptación que pudiera beneficiar al país. Hasta la presente fecha la ciudadanía reclama diálogo y tolerancia, que traiga paz y unión entre ecuatorianos.

Julio César Zamora Pacheco, abogado, Guayaquil