Así la llamó Rubén Darío en sus Cantos de vida y Esperanza en los que rindió pleitesía a la juventud, a la aristocracia del pensamiento y a la nobleza del arte. Hoy, vemos indignados la represión a la juventud, la persecución judicial, las sanciones de cambios de colegios, y el desprecio a las madres de esos estudiantes que imploran perdón como si ellas hubieran cometido algún delito. ¿Qué es lo que se busca? ¿Una juventud castrada? ¿Puede llamarse esto una Revolución? Yo creo que esta es una Contrarrevolución.

Pruebas al canto. Comparemos lo que vivimos actualmente en el Ecuador con lo que fue la más paradigmática de las revoluciones, la Revolución Francesa, cuyo primer pistoletazo fue dado por un joven de algo más de veinte años, Camilo Desmoulins, en el Palacio Real, y que fue la chispa que condujo a la toma de la Bastilla, el derrocamiento de la monarquía y la proclamación de la República. Fueron sacados de las cárceles los prisioneros víctimas del absolutismo; se proclamó la libertad de pensamiento; se fundaba, no se cerraba, periódicos, todos los días; impuestos solamente podían ser creados con la aceptación popular; no, como hasta ese entonces, por la voracidad de la Autoridad.

¿Puede la juventud creer en un Gobierno que ha sostenido la no explotación de petróleo en el parque Yasuní, que después ha mantenido lo contrario y que luego se ha opuesto a que esa misma juventud se exprese en un plebiscito sobre esa explotación?

¿No son manifestaciones como la última las que hicimos los forajidos hace diez años, en las que participaron algunos del actual Gobierno y que dicen otros que han participado aun cuando no los vimos? ¿No se hizo fuerte, también, en la Plaza Grande, el Gobierno de ese entonces con bandas de música y bailarinas, impidiendo el acceso de los manifestantes que los superaban en número varias veces, como ocurrió en esta última vez?

La concentración de hace pocos días de respaldo al Gobierno en la Plaza de la Independencia, irónicamente, tenía envuelta, se diría secuestrada, a la Estatua de la Libertad, mientras se la reprimía con caballería –como no había ocurrido desde los años cuarenta–, en las personas de los ciudadanos que protestaban, a pocas cuadras, en la plaza de San Francisco.

Esto me confirma en lo que he expresado anteriormente, en que es el temor a los manifestantes lo que motiva al Gobierno para querer trasladar las oficinas de la Presidencia del Palacio de Carondelet al cuartel Epiclachima. Quiere estar lo más lejos del pueblo del que se proclama defensor; de ese pueblo al que quiere imponerle impuestos hasta en las grasas que su hambre demanda, a pretexto de que no debe engordar, porque solo el Estado tiene el privilegio de ser obeso, y es con impuestos que debe saciar su hambre canina a costa de la flacura popular.

“Juventud, divino, tesoro”: Seguramente, mañana, habrás conseguido desterrar el absolutismo y vivir en un mundo mejor en que se respeten las libertades. Pero todo eso se lo deberás a tu lucha, porque solo con ella se las alcanza.