Actualmente, junto a la obra pública se pueden leer carteles publicitarios del Gobierno que rezan: “La Revolución Ciudadana financia esta obra”. Irónicamente, alguien podría comentar lo siguiente: “Pensé que esta obra se realizaba con fondos públicos que son de todos los ecuatorianos (as), pero parece que los Alvarado, los Mora, los Patiño y tantos otros “revolucionarios” han tomado a conciencia su condición y han decidido donar sus fortunas para darnos obra pública”. Señores del Gobierno, rectificar es de caballeros dicen, lo más sensato sería mandar a reemplazar esa información que falta a la verdad por otra que diga: “Esta obra se financia con los dineros de todos los ecuatorianos y ecuatorianas”.

Este es uno de los errores más simples y entendibles que de alguna forma sintetizan los errores y aciertos del actual régimen. Es una pena que los frutos positivos del Gobierno actual sean enturbiados por los terribles desaciertos, que poco a poco empiezan a germinar el descontento de diversos sectores sociales, que ya han empezado a movilizarse, y más que movilizarse a desmotivarse de la llamada Revolución Ciudadana.

La marcha de los trabajadores convocada por el Frente Unitario de Trabajadores (FUT) y otras organizaciones, como la Conaie, del pasado miércoles 17 de septiembre, fue inédita y masiva en el actual periodo presidencial. Según reportes de los medios de comunicación, se dieron enfrentamientos violentos entre los manifestantes opositores a la política del Gobierno central y miembros de la Policía Nacional, con un saldo de varios heridos y más de un centenar de detenciones.

Cabe señalar que las manifestaciones pacíficas y el derecho a la resistencia están consagrados en la Constitución de nuestro país; pero como siempre en estas circunstancias, mantener la calma y la cordura se torna difícil por la intromisión de los miembros del orden público y los ánimos exaltados de los manifestantes. En cuanto a los chicos que participaron en la última manifestación, no sería justo que la célebre rebeldía juvenil, de la que habló Juan Montalvo, sea reprimida con prisión y expulsión del estudiante. Sería otro error.

Recordemos que en Imbabura, una de las provincias que mantuvieron un apoyo contundente a Rafael Correa y su lista 35 desde el inicio de este proceso político, en las últimas elecciones el oficialismo perdió estrepitosamente, a pesar de una acertada inversión pública en toda la provincia. Pero el problema del Gobierno no está en las obras de infraestructura que se realizan en todo el país, de la que nos sentimos agradecidos; el problema está encasillado bajo la lógica de una “revolución” centralista, vertical y autoritaria, que ha permitido la degradación de la libertad de expresión, la imposición de leyes improvisadas e inconsultas, la metida de la mano a la justicia, la criminalización de la protesta social, la arremetida a la Constitución, el caudillismo, entre tantos otros.

La visión extremadamente contrastada de la realidad, que tiene el actual régimen, permite erróneamente dividir la realidad entre blanco y negro, entre derecha e izquierda, entre buenos y malos: “buenos los que están conmigo; y malos, mediocres, corruptos, limitaditos el resto”. Esta manía de ver la realidad política puede generar una peligrosa polarización del país, de insostenibles e impredecibles consecuencias. Atento, Ecuador.