Una de mis lecturas preferidas de niño fue la serie policiaca Dick Tracy, en ella, detectives se comunicaban telefónicamente a través de sus relojes muñequera. A inicios de los años 70, los fascinantes y divertidos robots R2D2 y C3PO de Star Wars, las naves espaciales y hologramas para comunicación personal a distancia, todos de ficción, quedaron grabados en mi mente. Hoy, no con mucho asombro ya que el avance de la tecnología nos lo hacía percibir, los robots son una realidad para múltiples propósitos en el primer mundo, y son también realidad los relojes muñequera inteligentes que además de teléfonos, en la versión de Samsung, serán billeteras digitales en la de Apple. En unos cuantos años reemplazaremos los celulares por relojes teléfono inteligentes, y en segundo lugar, desaparecerán las tarjetas de crédito, monedas y billetes de nuestros bolsillos. Tendremos un sistema de pagos universal y podremos pagar con nuestros relojes inteligentes compras en cualquier parte del mundo. Será problema de Apple, los bancos centrales y privados, emisores de tarjetas de crédito, locales comerciales y de servicio de los países miembros, la compensación de las cuentas que generen los indescifrables millones de transacciones por hora.

En la actualidad, naves surcan el espacio exterior, y otras en el espacio interior, sin tripulación, realizan proezas de paz y de guerra; además, a futuro los hologramas serán aplicaciones normales de nuestros teléfonos, tablets y computadoras. La ficción se hizo realidad gracias al impulso de la creatividad, inventiva y acción, y al riesgo que asumieron quienes decidieron ser pioneros de estos desarrollos. Si reflexionamos sobre las ventajas de esta nueva realidad, encontraremos que tiene como fin facilitarnos la vida a futuro. Podemos percibir que robots realizarán las tareas operativas y de servicio librando a los seres humanos de estos comunes menesteres, las distancias se acortarán con el uso de vehículos electrónicos con pilotos automáticos que nos trasladarán de un lugar a otro en menor tiempo, casas inteligentes y robots familiares administrarán nuestros hogares, la mayor parte de las actividades de los humanos en esta nueva era se concentrarán principalmente en trabajos creativos, intelectuales, científicos, artísticos, religiosos y deportivos, buena parte de ellos llevados a cabo desde los hogares gracias a la internet. El hombre será físicamente más sedentario pero más comunicado socialmente a través de las redes digitales.

Si vamos por los desafíos, gobiernos y empresarios serán los responsables de llevar a la humanidad por este sendero sin doloroso sufrimiento, pues demanda del primero un sistema educativo futurista que logre dinámica convergencia entre los nuevos conocimientos a transferir a la población para que se convierta en partícipe de estos cambios y las realizaciones tecnológicas a que nos referimos. De los segundos, el cambio de modelos de negocios y la creación de nuevos modelos que se acoplen a la rapidez de esa convergencia, evitando la formación de poblaciones desocupadas que se convertirían en pesada carga para el resto de la sociedad. Por la vorágine de los cambios, muchas industrias, negocios y tareas humanas desaparecerán, y a la vez se requerirá el nacimiento de actividades y empresas que se ajusten al nuevo mundo que producirá la hoy ya bautizada Tercera Revolución Industrial, a la que Japón se está anticipando con su iniciada Revolución Robótica. Hoy más que nunca es indispensable la tarea de profundizar en los mecanismos y herramientas a involucrar en la formación de los niños, jóvenes y población productiva del país, para hacerlos conscientes del entorno de vertiginosos cambios que les tocará vivir, e inducirlos en las carreras profesionales, deberes y actividades a las que se deberán dedicar en el futuro si desean ser beneficiarios de la nueva era.