Las semanas y días previos a la celebración del referéndum en Escocia marcaron jornadas de mucha expectativa, pero también de gran preocupación para quienes pensaron que un triunfo del Sí marcaría, no solo la independencia de Escocia, sino también el desconcierto de varias actividades empresariales. Uno de esos gremios, el que incorpora a los productores del whisky escocés, no tardó en exteriorizar su gran alivio una vez conocida la decisión del pueblo de decir no a la autonomía propuesta.

Naturalmente, hay datos que revelan la importancia del whisky en la identidad nacional así como en la economía de Escocia, toda vez que el año pasado se convirtió en el segundo producto de exportación luego del petróleo, con ventas aproximadamente de 7.100 millones de dólares; los productores del whisky escocés aplaudieron la estabilidad que supone que Escocia siga siendo parte del Reino Unido, sin que la millonaria industria se vea sometida a sobresaltos ante la posibilidad de la señalada independencia. ¿La posición de los productores simplemente defendía sus intereses o incorporaba necesariamente el sentir de los escoceses? Si nos atenemos al triunfo del no en el referéndum, es indudable que el gremio coincidió con la decisión mayoritaria de los escoceses, sin perjuicio del gran orgullo que significa para ese pueblo el tener la certeza que los ingleses no pueden producir la notable bebida, ni siquiera en pequeños y tímidos esfuerzos. An english whisky is not a whisky.

Por supuesto, más allá de esa bebida hay otras lecciones importantes, necesarias de rescatar en todo este proceso que ha vivido el pueblo escocés en las últimas semanas. En primer lugar, hay que referirse a la participación récord de los ciudadanos con la votación del 84,60% de los escoceses con derecho a voto, lo cual es un dato impresionante si se toma en cuenta que el voto no era obligatorio; en ese sentido, valdría la pena volver a pensar en la posibilidad del voto facultativo y su aplicación en nuestro país como herramienta eficaz para una comprensión real de lo que es la vivencia democrática. Otra lección importante es apreciar la serenidad y altivez con la que los propulsores de la independencia aceptaron la derrota, así como el discurso alejado de todo triunfalismo con el que quienes anhelaban que Escocia siga siendo parte del Reino Unido, han marcado la necesidad de recomponer las consecuencias y fracturas que ha dejado el referéndum. En ese caso, la lección es clara pues más allá del triunfo, el primer ministro británico ha decidido abrir las puertas a la reforma de todo el sistema autonómico, con el fin de atender las expectativas del pueblo escocés.

Podría argumentarse que un proceso similar en nuestro país simplemente no tendría fundamento, y que cualquier comparación resulta irrelevante. Sin embargo, en estos tiempos en que la intolerancia y el desdén se han apropiado del discurso político, podemos ser algo imaginativos pensando en lo que ocurriría si una decisión ciudadana de ese tipo –un referéndum independentista– se reflejara en el Ecuador, ante lo cual propongo una solución más apropiada y creo que más sensata, uno, dos, tres vasos de un buen whisky escocés para disimular las penas.