El 18 de septiembre, el 84,60% de los ciudadanos escoceses manifestaron su opinión en el referéndum convocado para que respondieran a la pregunta: ¿Debería ser Escocia un país independiente? Sí o No.

En la actualidad Escocia es una nación constituyente y región administrativa del Reino Unido de Gran Bretaña, con gobierno autónomo y Parlamento. La respuesta fue: Sí 44,7%, No 55,3%. Los puntos más importantes que estaban en juego eran: la economía escocesa, las relaciones con sus vecinos, la afiliación a organizaciones internacionales como la Unión Europea y la OTAN.

El No mayoritario a la independencia de Escocia devolvió la tranquilidad a los europeos que veían con preocupación la posibilidad de que surgieran más planteamientos separatistas que podían dar lugar a un continente fragmentado y lleno de nacionalismos.

Pero en el Reino Unido sí habrá cambios, pues desde Londres se ofrecieron nuevos poderes a Escocia, la posibilidad de avanzar en política de impuestos, gastos y bienestar social y más autonomía en la toma de decisiones en el manejo económico.

En todo caso, el tema se ha resuelto; como correspondía, la decisión la tomaron los ciudadanos.