A primera vista, puede llamarle la atención el título; pero, mi intención es hacer que piense y que ojalá llegue a la conclusión, conmigo, que el fútbol, no obstante las críticas y rechazo que concitan las deformaciones que lo desnaturalizan, pueda constituir una actividad ejemplar que ayude en la formación integral de niños y jóvenes.

Mi objetivo es plantear, demostrar y, si es posible, lograr que se percate de que ese deporte, a veces realizado como profesión, debidamente estudiado y analizado, comprendido y practicado, puede constituirse en elemento clave para formar a la infancia y juventud y que, con su propia experiencia, comprenda mejor que siempre tendrá un rol en la sociedad en la que decida vivir y trabajar.

Obviamente no me referiré al fútbol como negocio, pues espero tocar ese tema, en otra ocasión.

Las reflexiones que siguen provienen de un desafío que se me planteó: ayudar en la formación de los monaguillos que participan en las celebraciones eucarísticas y religiosas en la parroquia Santa Rosa de Lima, en la isla Trinitaria.

¿Por dónde empezar? ¿Cómo partir de su propia realidad familiar y social si no la conozco? ¿Cómo hablar un lenguaje común que permita el doble flujo de pensamientos, saberes e intereses?

La respuesta me vino clarísima: lo que podía vincularnos era hablar un idioma común, para expresar amigablemente opiniones, sostener argumentos y contar vivencias propias y experiencias ajenas, acopiar recuerdos y manifestar sueños era… ¡el fútbol!

Por supuesto que lo primero fue reconocer que es un juego que se practica por equipos y, a continuación, preguntarles si ellos estaban conscientes de que conformaban un equipo y, por lo tanto, interdependientes para el éxito de su gestión.

Reconocimos que, así como los errores individuales y, sobre todo, las faltas de apoyo o solidaridad entre los futbolistas podían ser fatales, otro tanto podría ocurrir con su propia labor.

Por supuesto, tan pronto pude, les hice hincapié que una de las peores cosas que puede ocurrir en el fútbol es la falta de atención de un jugador que se coloca en posición off-side y así, “tontamente” echar a perder todo el esfuerzo de sus compañeros para tratar de anotar un gol, que muchas veces puede ser decisivo para alcanzar la victoria. Evitemos distraernos y hacer cosas indebidas.

También revisamos la importancia de la colaboración para que los movimientos sean los que se requieren, cómo hay que apoyarse y ayudarse a superar las dificultades y de qué manera el egoísmo de quedarse con la pelota y no hacer el pase que corresponde en el momento oportuno hacen fracasar el esfuerzo del conjunto, que puede deprimirse.

También nos ocupamos de los especialistas, que requieren preparación particular e intensa, para atajar, organizar el juego, defender, disparar tiros libres o penales; y, de qué manera “las pequeñas sociedades” pueden rendir buenos frutos.

Resultado: trabajamos otros temas formativos en un ambiente muy participativo.

¿Puede ser paradigma el fútbol? ¿Sería tan amable en darme su opinión?