Primero de abril del año 2008. El Decreto Presidencial 029 declara a la Red Ferroviaria Nacional como “bien perteneciente al Patrimonio Cultural del Estado”, y como tal es incorporado al régimen de la Ley de Patrimonio Cultural.

Según refiere el periodista cuencano Manuel Neira Carrión en una “carta abierta” remitida al presidente de la República, el Plan Maestro del Ferrocarril Turístico Patrimonio del Ecuador para la rehabilitación de la red ferroviaria, diseñado tras la declaratoria de patrimonial, establece que “(…) para la realización de la obra el Plan la dividió en seis tramos: 1 Durán-Sibambe. 2 Sibambe-Alausí-Riobamba. 3 Riobamba-Tambillo-Chimbacalle (Quito). 4 Chimbacalle-Ibarra. 5 Ibarra-San Lorenzo. 6 Sibambe-Cuenca o Ferrocarril Austral”.

El que esta iniciativa, ejecutada en los cinco primeros tramos, haya logrado el premio al “Mejor proyecto turístico fuera de Europa”, por la operación de un tren crucero de lujo, da cuenta de lo acertada de la decisión. De lo fundamental que es recuperar la memoria histórica. De lo épicos que fueron aquellos tiempos en que las máquinas de vapor unieron Costa y Sierra y dinamizaron la economía, creando nuevas relaciones comerciales y de país.

Pero el tramo seis, Sibambe-Cuenca, está pendiente. Y al menos en lo que se refiere al trayecto entre Cuenca, en Azuay, y Biblián, en Cañar, la anunciada rehabilitación del ferrocarril será desplazada por la construcción de una “ciclovía”; premio consuelo para dos provincias cuyas autoridades, al parecer, se inmovilizan –o miran para otro lado– ante estas decisiones.

Leía en el Diario Público que la resolución de ejecutar la ciclovía sobre lo que queda de las “líneas del tren” empezó con una “nota reversal” que traspasa la administración de esos espacios de manos de Ferrocarriles del Ecuador a las del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP), cuya administración zonal ha contratado una consultoría sobre la factibilidad de la ciclovía. Y mientras jóvenes tecnócratas hablan de nuevos usos de este trazado (con que justificarán los más de 230 mil dólares asignados para el estudio), toda una memoria en torno al Ramal Austral quedará excluida de un plan que nos había esperanzado a quienes sí escuchamos los bufidos de las locomotoras, dándonos identidad como ecuatorianos visionarios.

El tren a Cuenca llegó en el año 1965. La estación Miguel Ángel Estrella fue inaugurada el 6 de marzo de ese año por Ramón Castro Jijón, quien presidía la Junta Militar de Gobierno. El servicio fue intermitente, como el interés que ponían los gobiernos de turno. Rodrigo Borja impulsó parcialmente una rehabilitación, pero en lo que se refiere al tramo Azogues-Cuenca, su sentencia se firmó tras el desastre de La Josefina, en 1993.

En la sesión conmemorativa de la independencia de Cuenca, el 3 de noviembre del 2001, el entonces alcalde de Cuenca, Fernando Cordero, firmó con la Empresa Nacional de Ferrocarriles del Estado un convenio cuyo objetivo final era conseguir la rehabilitación del servicio del ferrocarril, aunque también hablaba de una ciclovía. Los testigos de honor fueron el presidente Gustavo Noboa y el ministro de Obras Públicas, José Macchiavelo.

Son algunos apuntes que quedarán como evidencias, para cuando los trenes en Cuenca sean solo un vago recuerdo de mejores épocas.

A menos que…