Año y medio tardaron dos estudiantes de la Universidad Salesiana de Cuenca en crear a Saam, un robot cuya misión es ayudar a los adultos mayores; su nombre significa, precisamente, Sistema de ayuda a adultos mayores.

Tiene una cámara que le permite identificar a la persona de la cual recibe órdenes y un software que recuerda la hora de tomar los medicamentos, de ir a la próxima cita, varios números de teléfono, entre otros datos. También avisa si percibe una fuga de gas.

Es un prototipo único en el país, costó mil trescientos dólares y funciona con energía eléctrica.

El trabajo de los jóvenes cuencanos no solo muestra su capacidad técnica, sino su creatividad y, algo más importante, su deseo de utilizar sus conocimientos para proponer soluciones que faciliten la vida de las personas.

Hace falta que alguien quiera masificar la producción, no solo para estimular a los autores y a otros jóvenes como ellos que tengan propuestas útiles, sino para comenzar a establecer en el país la relación productiva entre la academia y la empresa.