Hace años me obsequiaron una cadena con un colgante: la estrella de David, símbolo de un pueblo martirizado por dos mil años y que por obligación debían llevar fijada a sus ropas los judíos en la Segunda Guerra Mundial, como blanco de los nazis para exterminar y discriminar. La llevo con orgullo y en especial en solidaridad con su dolor de seis millones de estrellas cuya luz apagó la sevicia, en desprecio absoluto al ser humano.

Ahora está deslustrada y manchada de sangre. La propia, de 67 soldados y 3 civiles israelíes y la ajena, que también es propia, de cerca de 2.000 palestinos, ocurridos desde el 8 de julio último en los ataques del Ejército hebreo a la Franja de Gaza. La Ley Fundamental de Israel de la Dignidad Humana y libertad, que dice que no habrá violación de la vida, integridad física o dignidad de las personas como tales y que contempla la libertad de entrar y salir del país, es negada a ese pobre pueblo palestino, echado de la tierra donde vivía por cientos de años y que hubo de abandonar masivamente por la fundación del Estado de Israel, el terror impuesto por grupos judíos y la primera guerra entre árabes e israelíes. Así pues, el holocausto judío, la shoá, tiene su equivalente en la nakba palestina, que como aquellos tuvo su diáspora y debió refugiarse en países vecinos.

¿Cuál es el motivo aducido por Israel para los miles de bombardeos realizados? El asesinato de tres jóvenes israelíes en Cisjordania, territorio palestino como Gaza, que tuvo como represalia adicional la bárbara quema de un joven palestino por seis ultraderechistas hebreos y el arresto de 400 personas, entre otros actos. El vil asesinato de los tres adolescentes habría sido cometido por un clan disidente de Hamás, la organización palestina que gobierna la Franja, según Shlomi Eldar, una de las máximas autoridades israelíes sobre ese grupo. Además, el 5 de agosto detuvieron a un sospechoso del crimen, quien admitió haber participado en la planificación del asesinato y que no ha declarado pertenecer a Hamás. Se olvida de que en mayo del 2014, el Ejército de Israel mató a dos palestinos adolescentes en Cisjordania, lo que fue grabado por un comerciante con una cámara que los homicidas le retiraron. Pero eso es parte de la rutina en dicha zona, ocupada por el Ejército israelí y no se espera que provoque una guerra. La muerte de un judío sí.

De ahí que los mal pensados sostengan que Israel quiere quebrar la unidad palestina con ese pretexto, lo que acaricia desde el 2006 cuando Hamás ganó las elecciones en Gaza con el 65%, un grupo que brinda gran asistencia social a los pobladores. O cumplir el plan de anexarse la Franja, propuesto por el vicepresidente del Parlamento.

La Torá, los libros sagrados de la religión hebrea, significa guía para dar en el blanco. Los misiles israelíes han dado en el blanco de casas, matando familias enteras de 17, 25 miembros. De hospitales sin medicinas ni médicos suficientes. De mercados donde miserables gazatíes fueron a buscar comida y hallaron la muerte. De campos de refugiados del horror. De mezquitas, porque se trata también de destruir la religión del enemigo. De cementerios, porque hay que dejar bien muertos a los muertos. De medios de comunicación, porque hay que dejar tranquilo al mundo. De escuelas, para que no aprendan a ser lo que deben ser, algunas albergue, que la ONU ha instalado, donde han perecido niños, al igual que en parques y playas, desde donde no podría argumentar la potencia genocida que Hamás pudiera haber lanzado cohetes a su territorio.

Niños, casi la cuarta parte de las víctimas mortales, la mayor parte de las cuales son civiles. Un niño de 8 años perdió a toda su familia y la mitad del rostro, incluido un ojo. Pregunta: “¿Por qué está apagada la luz?”, conforme narra un médico estadounidense de servicio humanitario en Gaza, quien afirma que el 70% de los 9.000 heridos quedará inválido. Existe solo una sala de cirugía plástica, desbordada por quemados y niños desfigurados y mutilados. Shimah era una bebita que sacaron con cesárea del vientre de su madre bombardeada. Debieron llorar doble quienes la rescataron, porque no logró sobrevivir. 400.000 niños palestinos, de acuerdo con la ONU, necesitan ayuda psicoterapéutica para reducir las secuelas del conflicto.

El 20 de julio, en diez horas de bombardeos, aniquilaron a 96 palestinos en un barrio. Los cuerpos quedaron en las calles, en pijamas y descalzos huyeron miles. Grita una mujer: “¿Existe la palabra justicia? Nos matan sin que nadie diga nada, nadie quiere a los palestinos. El 30, el día más sangriento, donde mueren 100 gazatíes, destruyen los soldados israelíes la única planta eléctrica y dejan en oscuridad a la Franja. Hasta entonces, 215.000 desplazados.

Dicen los perpetradores de la carnicería que avisan a la población para que se proteja antes de bombardear. Cruel ironía. Gaza tiene solo 362 kilómetros, donde sobreviven 1’800.000 personas. Aseveran los palestinos: “Esto no es una guerra, es un holocausto. Toda la Franja está tan densamente poblada que donde caigan las bombas habrá muertos o heridos”. No se les da suficiente tiempo para esconderse, ni saben dónde ni cuándo volverán a acribillarlos. En Tel Aviv, Israel, decenas de personas primero y miles después, bajo el insulto de los guerreristas, desafiando prohibiciones, se manifiestan y piden concluir la operación militar. Expresan: “Lo que está haciendo el gobierno israelí también es terrorismo. Los habitantes de aquí pueden hacerse los indiferentes porque tienen refugios, lo cual no es el caso de la población de Gaza”.

En Cisjordania, donde no está Hamás, los hebreos detienen a miles de palestinos por protestar, matan a 16 e hieren a 500.

No es Hitler matando judíos, son judíos matando palestinos. Genocidio, crímenes de lesa humanidad y de guerra, según el Derecho Internacional. La alta comisionada de Derechos Humanos de la ONU dijo que es inaceptable que se lancen cohetes desde áreas densamente pobladas, como está haciendo Hamás, pero que las acciones de una parte no absuelven a la otra de su responsabilidad de respetar sus obligaciones bajo la ley internacional.

Una diputada israelí proclama que hay que matar a madres palestinas para que no alumbren pequeñas serpientes. Hamás le devuelve el odio instando a matar judíos y es responsable del deceso de cientos de ellos. Pero es la respuesta criminal al bloqueo, al asesinato y se plegará a la unidad de su nación con la moderada Autoridad Nacional Palestina cuando dejen de pisarlos. Carter cree necesario que Occidente reconozca a Hamás como un actor político legítimo.

Israel no ha respetado las decisiones de la organización mundial, en la partición de su Estado y Palestina, en la devolución de los territorios ocupados, en terminar los asentamientos ilegales en Cisjordania y su muro de la vergüenza, en la protección a los civiles en tiempo de guerra.

Estados Unidos de América votó en contra de la resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU de investigar los hechos en Gaza. Y rearma a Israel y contribuye con miles de millones de dólares.

Hay mutua desconfianza de las partes, pero la ONU debe resolver este viejo conflicto ya, dándole su Estado a Palestina y brindando seguridad a Israel. Y la comunidad internacional respaldarla, especialmente las grandes potencias, velando por el territorio que requieren ambas partes.

Y a mis hermanos judíos, por integrarnos en esta misma humanidad, les pido reconciliarse con su dios, entender que no tendrán paz hasta que no reconozcan los derechos de los palestinos. Y pedir perdón el Día del Yom Kipur.

Hay mutua desconfianza de las partes, pero la ONU debe resolver este viejo conflicto ya, dándole su Estado a Palestina y brindando seguridad a Israel.