Alentada por decisiones gubernamentales irracionales, la locura se ha desatado entre los sionistas en Israel. La pareja israelí formada por la actriz y cineasta Shira Geffen y el escritor Etgar Keret –premiados en el mundo por su filmografía y literatura– hace días pidió un minuto de silencio por la muerte de cuatro niños palestinos en los bombardeos inmisericordes que sufre el suelo de Gaza. Frente a este acto humanitario, delirantes ciudadanos israelíes están alentando, entre otras barbaridades, a mandar a Geffen a la cámara de gas y despeñar a su pequeño hijo desde las alturas que limitan la Franja de Gaza.

Etgar Keret –como los novelistas Amos Oz y David Grossman– ha abogado por soluciones pacíficas ante la violencia exhibida por Israel y Palestina. Nadie está justificando la guerra desatada en ambos lados. Pero debe denunciarse la soez brutalidad de la respuesta del Ejército de Israel. Lo que los escritores revelan en sus obras es la enfermedad que corroe las almas de los sionistas impávidos ante tantísimas muertes sin sentido. Un personaje de Keret confiesa: “Angry Birds es tan popular en nuestro hogar porque en realidad nos encanta matar y destrozar cosas”.

En un cuento del libro De repente llaman a la puerta (2010), de Keret, alguien reconoce: “A uno le basta con pasar en Israel una semana para entender cómo funcionan las cosas. O para ser más exactos, para entender cómo no funcionan. Los palestinos pidieron con muy buenos modales un Estado. ¿Se lo dieron? ¡Y una mierda! Mientras que cuando pasaron a hacerse saltar por los aires en autobuses cargados de niños, empezaron a escucharlos… Este país solo entiende el lenguaje de la fuerza y no importa que se trate de un asunto de política, de economía o de un sitio de parqueo. Aquí solo entendemos a la fuerza”.

En Los siete años de abundancia (2013), de Keret, se lee: “En Oriente Próximo, la gente siente la proximidad de la muerte más que en otras zonas del planeta, lo que provoca que la mayoría de la población desarrolle tendencias agresivas”. Un autor que ha viajado a Sicilia dice: “Conozco este mar perfectamente: es el mismo Mediterráneo que está a solo cinco minutos a pie de mi casa en Tel Aviv, pero la paz y la tranquilidad que proyectan aquí los locales es algo con lo que nunca antes me había encontrado. El mismo mar, pero sin la nube aterradora, negra y existencial que estoy acostumbrado a ver suspendida sobre él”.

En un bombardeo contra Gaza, que describe Keret, la milicia israelí está más interesada en rescatar un león del zoológico que en proteger a los niños de la zona atacada. Tal es el grado de demencia que los padres deben decidir el futuro militar de un bebé que aún no cumple 3 años; el papá anhela que ingrese al Ejército; la mamá le replica: “Lo que digo es que podríamos haber negociado una solución pacífica hace mucho tiempo, y que todavía podemos. Y que nuestros líderes se permiten no hacerlo porque saben que la mayoría de las personas son como tú: no dudarán en poner la vida de sus hijos en las irresponsables manos del gobierno”.