La Universidad Península de Santa Elena (UPSE) fue fundada el 22 de julio de 1998, según el Registro Oficial Nº 366. Este hecho marcó completamente la educación peninsular porque los jóvenes que deseaban superarse debían viajar a Guayaquil con el consiguiente perjuicio económico que representaba para los escuálidos bolsillos de sus padres.

Los actuales directivos de la UPSE, liderados por el ingeniero Jimmy Candell Soto, se han esforzado denodadamente para sacarla adelante. En el año 2009, la institución fue ubicada en la categoría E, transitoriamente pasó a la categoría D y recientemente se la puso en la categoría C, pues se encuentra en marcha un plan de mejoras con el que podrán detectar fallas y corregirlas comedidamente para ubicarla en la categoría B, como paso previo a para ser categorizada como A, que debe y tiene que ser el objetivo de quienes componen la UPSE.

Los cambios efectuados en las universidades del país han sido radicales desde el 2010 cuando se puso en vigencia la nueva normativa con reglas claras para el quehacer académico, especialmente en la regulación de grados y posgrados, ingreso, ascenso y promoción de los docentes, dando como resultado el ajuste y aplicación de nuevos modelos para asegurar la calidad. Y la UPSE estuvo inmersa en esos cambios.

En Quito, el 26 de noviembre del 2013, el Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (Ceaaces) concedió a la UPSE la categoría C, durante cinco años, por haber cumplido satisfactoriamente con el proceso de evaluación y con los requisitos de calidad establecidos por el ente estatal educativo. Hecho que fue ratificado por el presidente de la Ceaaces, Dr. Francisco Cadena, el 4 de junio pasado, cuando oficialmente entregó el respectivo certificado, dando cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 174 literal K de la Ley Orgánica de Educación Superior. De esta manera, se hizo realidad el caro anhelo de los directivos, trabajadores y estudiantes de la universidad peninsular.

Recientemente, autoridades de la Ceaaces declararon ante un foro internacional que el presupuesto para las universidades estatales se había incrementado en un 2% del Producto Interno Bruto del país, pero ese incremento es una quimera, pues no se ha hecho efectivo. La UPSE está a la espera de esos valores adicionales porque sus limitaciones económicas son un obstáculo para enfrentar con optimismo, creatividad y sacrificio el reto de ser mejor día a día.

Definitivamente, la ciudadanía peninsular aspira y exige a los directivos, docentes, investigadores, trabajadores administrativos y de servicio universitario a que hagan bien su trabajo para que en un futuro inmediato la UPSE sea un referente de la educación superior. Y ese desafío se ha ido cumpliendo poco a poco con los evidentes cambios realizados.

Pero tienen un reto mayor: la acreditación de las carreras universitarias, que serán sometidas a una nueva evaluación por el Ceaaces para asegurar la calidad de aquellas. Las primeras serán Enfermería, Educación, Ingenierías y de Derecho. Y, por supuesto, a nadie le agradaría que una enfermera sin apropiados procesos de enseñanza-aprendizaje lo atienda; que un abogado mal preparado lo defienda; que un ingeniero mediocre le construya su vivienda, etcétera.

A través de esta columna y desde hace tiempo he apoyado la gestión de los directivos porque de sus acertadas decisiones depende la permanencia de la juventud peninsular. Nos congratulamos por el XVI aniversario de la UPSE y esperamos verla en una instancia o categoría superior dentro del espectro universitario nacional.