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Hay que estar agradecidos con la Asamblea Nacional: por un acuerdo oficial unos han recordado y otros nos hemos enterado de que Jhonny Patricio Galarza es el ganador absoluto de un programa televisivo en el que se imitaba a cantantes extranjeros, Yo me llamo...

¿Lo han visto? Artistas que emulan a otros en su forma de vestir, hablar, gesticular… y de cantar. Su éxito, porque dicen que tenía niveles muy altos de sintonía, posiblemente radicaba en esa sensación de nostalgia por los tiempos pasados, por la evocación, por volver a vivir aquellas horas, días, semanas de gloria de los artistas extranjeros. De nuestras viejas glorias.

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Fragmento de un artículo publicado en una página web, a las 00:05 de este miércoles: “El saldo hasta ayer de la nueva oleada de violencia en la Franja de Gaza resulta desalentador: al menos 620 palestinos (una mayoría civil) y 29 israelíes muertos (27 soldados) en dos semanas de un conflicto que, lamentablemente, se profundiza. A la vista, al menos por ahora, no se avizora una salida”.

La matanza que existe en la Franja de Gaza lleva más de 50 años, pero coyunturalmente hay un ataque de los sionistas israelíes a los palestinos que ha durado quince días. El conflicto es por el dominio político y económico del territorio, que a estas alturas dejó de ser palestino para pasar a ser israelí. No es religioso, ni una guerra entre pueblos.

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¿Cuál puede ser el razonamiento de la Asamblea Nacional para decidir la entrega de un acuerdo al ganador de un programa de imitadores? El hecho de que exista un reglamento que valida a los legisladores entregar uno de estos reconocimientos, oficial además, no los exime de responsabilidades posteriores, pues evidentemente no se pensó en el hecho de que una decisión así tendría consecuencias en la opinión pública: el tema se lo dio de forma clientelar.

¿Cómo más se puede explicar que el asambleísta Mauro Andino haya formulado dicha petición en favor de uno de sus coterráneos, conociendo que se trataba de un tema tan banal como el concurso de imitadores? Al artista lo olvidaremos en las próximas dos semanas, de seguro; los promotores del programa estarán muy agradecidos con la deferencia, la franja publicitaria subirá de nivel en la próxima temporada y el distractor clientelar habrá cumplido su función.

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Pero, hay que decirlo también, la Asamblea sí está en temas fundamentales: la semana anterior, el pleno aprobó una “resolución de solidaridad con el pueblo de Palestina”. Una resolución a la que, a propósito, se opusieron 13 asambleístas, se abstuvieron 9 y 29 se ausentaron. Revisando las cifras de la resolución me pregunto si los palestinos podrán abstenerse, ausentarse o ponerse en contra de esa masacre, o anular la indiferencia.

En fin, prevenido de que esta columna haya caído en la misma banalidad de dedicarle espacio a Yo me llamo…, también considero fundamental no dejar de hablar de aquellas decisiones que nos confunden o vuelven indelebles las fronteras entre la realidad y la ficción, entre la imitación y la masacre.