El Consejo de Regulación y Desarrollo de la Información y Comunicación (Cordicom) ayer emitió un pronunciamiento porque le preocupa “la forma en que a través de diferentes medios de comunicación social vienen difundiéndose informaciones y opiniones relativas al proyecto de Código Monetario y Financiero y su trámite en el Legislativo, con afirmaciones sobre posibles ‘riesgos’ en la estabilidad del sistema financiero ecuatoriano, de producirse la aprobación de la referida propuesta”.

Se entiende la preocupación de la Cordicom, porque como todos los ecuatorianos pueden estarlo ante la propuesta de algo nuevo, pero no se entiende que la preocupación sea porque se habla de posibles riesgos, ya que si alguien con preparación suficiente sobre el tema, al estudiar el proyecto cree que los hay, tiene la obligación ética de decirlo, sin expresiones alarmantes, y pedir que se revise lo planteado. Habrá otros que no lo ven así y, precisamente, por eso existe el derecho a la libertad de opinión para generar el debate que permita lograr lo mejor.

También se refiere a “opiniones débilmente fundamentadas”, y como esto entraña una evaluación sobre algunos criterios de especialistas que han dado su opinión, para un mejor entendimiento de los medios, en este y en futuros casos, sería bueno conocer las categorías que se manejan para concluir que las opiniones están débil o fuertemente fundamentadas.