“La pregunta es si hay líderes que puedan superar el cerco que les va a poner la prensa opositora apenas conozca cuál es el candidato de la revolución ciudadana”. Esa pregunta planteada hace pocos días por el presidente de la República guardaba relación con el tema de la reelección, así como con otro criterio esgrimido por el mandatario en el sentido de que en PAIS hay “centenares de líderes muy capaces para administrar el país”.

Si es así, si efectivamente hay un número importante de líderes en la agrupación política del presidente que podrían tomar su relevo y postularse en las elecciones presidenciales del 2017, evitando de esa forma la opción de la reelección y su forzada interpretación de enmienda constitucional, lo sensato sería dar la oportunidad a esos nuevos actores políticos, especialmente si se toma en cuenta la opinión del presidente de que se trata de líderes “muy capaces”. Sin embargo, el mandatario se plantea la duda de que si acaso esos líderes podrían superar el cerco, la arremetida, el embate que la prensa opositora les otorgaría, dando la impresión de que la duda está muy radicada en el gobernante y que tiene la certeza de que el escrutinio de los medios sería implacable, cerrando de esa forma las aspiraciones de la nueva generación de PAIS. Ante esa realidad, sugiere el presidente que no queda otra alternativa que tomar nuevamente la posta, por más que no le interese “en lo absoluto el poder”.

Supongamos que así ocurre y que la prensa opositora le haga la vida imposible al político oficialista que trate de suceder al presidente en el cargo presidencial; supongamos también que esa misma prensa se encargue de objetar, criticar y poner bajo una lupa poco transparente todos los detalles de la trayectoria política y personal de ese nuevo aspirante. ¿Tiene esa coyuntura el peso y trascendencia como para contrariar la esencia de la alternabilidad democrática y restar el espacio positivo al que podría aspirar la nueva generación de PAIS? Mi opinión es que no, es que de ninguna manera el riesgo de exponer a esos “líderes muy capaces” a los embates de la prensa opositora puede servir, ni siquiera de forma referencial, como razón suficiente y necesaria para sustentar la reelección presidencial indefinida.

Con un detalle adicional que no es novedad: en cualquier país del mundo, naturalmente en aquellos no sometidos a controles totales, la prensa independiente –y también la pública– se encarga de someter a una radiografía descarnada a los aspirantes presidenciales, en ocasiones incluso de forma arbitraria e injusta. Por eso es que hay que aclarar que el verdadero cerco a los nuevos líderes de PAIS no lo impone la prensa opositora, sino el convencimiento de que el único candidato oficial que triunfaría en las elecciones del 2017 es Rafael Correa.

... de ninguna manera el riesgo de exponer a esos “líderes muy capaces” a los embates de la prensa opositora puede servir, ni siquiera de forma referencial, como razón suficiente y necesaria para sustentar la reelección presidencial indefinida.