Estar en Sao Paulo al mismo tiempo que se realiza el Mundial de Fútbol profesional es un privilegio y también un cuestionamiento. Jóvenes ecuatorianos están participando en el Campeonato Mundial de Fútbol Callejero, junto con delegaciones de otros 20 países. Están alojados en 6 Centros Educativos Unificados (CEU), de los cuales hay 22 en los barrios periféricos (favelas) de la gran ciudad. Son centros formidables. Los niños del sector desayunan en ellos, los centros cuentan con aulas hermosas y ventiladas, auditorio, gimnasios y canchas descubiertas y cubiertas y por lo menos dos piscinas. Los vecinos pueden concurrir a la biblioteca del centro donde maestros los guían en sus consultas. Los comedores son amplios al igual que las duchas. Los gimnasios y canchas también están abiertos a la comunidad. Todo luce limpio y bien mantenido. Hay muchas personas encargadas del mantenimiento.

Los jóvenes se han convertido en educadores. Alojadas entre 4 y 6 delegaciones por centro, Ecuador está con Sierra Leona, Guatemala, Argentina; la comunidad de las favelas viene a visitarlos y le trae comida, tortas, presentes. Les piden autógrafos y los maestros les solicitan de ir de clase en clase presentándose y presentando al país del que vienen. Desafíos profundos para muchos jóvenes participantes que en sus países tienen dificultades en ser aceptados...

Hemos visto el partido Brasil-Colombia en Heliópolis, una favela con numerosos pobladores en un centro comunal convertido en un estadio por los colores, el entusiasmo y el griterío. Los fuegos artificiales nos hacían dudar de si se trataba de disparos de bala... Las mujeres hacen honor a la fama de las garotas... y son punto de atracción para los jóvenes futbolistas... las calles angostas están embanderadas con los colores verde amarillo y cuando algún vehículo se atraviesa es casi imposible pasar. Al ir ganando Brasil el primer tiempo se armó la fiesta en la calle, un auto de modelo antiguo abrió su portamaletas y un equipo de sonido enorme con parlantes de muy alto volumen hizo su aparición, echando humo por el calentamiento... todos bailaban y nos invitaban con diferentes platos que preparaban en fogones improvisados.

Al ganar Brasil la fiesta fue total, era difícil avanzar por las estrechas calles hacia los transportes que nos esperaban... No sabemos cómo hubiéramos salido si ganaba Colombia, a pesar de que los jóvenes del hermano país con sus banderas, sus caras pintadas y sus rostros llorosos pudieron salir sin problemas.

Más tarde la fiesta se transformó en preocupación al saber la seriedad de la lesión de Neymar, cuyo nombre llevan casi todas las camisetas de los hinchas; una sombra de angustia campea en todo Brasil.

Mientras escribo, todos esperan el triunfo de Costa Rica, el clima es templado y los brasileños con el carácter alegre y acogedor que los caracteriza esperan ganar el Mundial.