En momentos en que arrecian las críticas a la organización millonaria del Mundial en Brasil y en que una sociedad con amplia formación política cuestiona las condiciones de esclavitud de los miles de obreros que construyen estadios en lugares que, en algunos casos, ha supuesto el desplazamiento de la población más pobre para que los turistas no vean las desigualdades que persisten en el país coloso de América Latina, se conoce menos la cara del otro mundial, el Mundial del Movimiento de Fútbol Callejero. A él irán siete jóvenes que conforman la selección ecuatoriana formada por siete jugadores, (cuatro varones, tres mujeres), un mediador, el coordinador del equipo y un adulto acompañante. Durante los días 1 al 12 de julio, paralelamente a la Copa del Mundo, en Sao Paulo se realizará el otro Mundial que reunirá 300 jóvenes, provenientes de 13 países de América Latina, 6 europeos, 4 africanos, 1 de Asia, 1 de Medio Oriente, 1 de América del Norte. La Prefectura de la ciudad anfitriona es parte de los principales organizadores.

Cerca de 10.000 personas acompañarán el evento en Brasil, organizado por el Movimiento de Fútbol Callejero, red de organizaciones que en América Latina reúne a trece países. Esa articulación se expresa como una fuerza política en defensa de los derechos humanos, de la paz, de la diversidad.

La delegación ecuatoriana proviene de los barrios suburbanos de Guayaquil, los jóvenes forman parte de Ser Paz y está auspiciada por el departamento de Deportes del Municipio de Guayaquil.

El fútbol callejero es jugado en equipos mixtos de hombres y mujeres, las reglas son definidas colectivamente entre los dos equipos que participan y tienen valor al final del partido. No hay árbitros, sino mediadores que actúan para facilitar las etapas del juego y el diálogo entre participantes. Las reglas son organizadas a partir de ejes como la cooperación, la solidaridad y la participación. Jugando así el fútbol se torna una herramienta poderosa para la mediación de conflictos, formación de liderazgos, desarrollo de grupos y organizaciones comunitarias.

Los jóvenes estarán alojados en los Centros de Educación Unificados (CEU), todos ellos localizados en barrios periféricos de Sao Paulo, favelas. Cada CEU recibirá dos delegaciones, que luego se juntarán con sus pares en los lugares de los eventos.

En todas las etapas del encuentro habrá debates y presentaciones, campañas a favor del medioambiente, en especial vinculadas a la ecología urbana: manejo de basura, forestación, protección y preservación de áreas verdes, uso del agua, entre otros. Se utilizará al máximo la energía solar, se aprovecharán las botellas plásticas, se utilizarán mucho las bicicletas.

El Mundial se jugará tanto en las favelas como en el centro de Sao Paulo. Se montará un estadio en un área céntrica, el Largo da Batata, que quedará abierto para que los movimientos sociales realicen plenarios, debates y asambleas sobre los problemas sociales de Brasil, América y el mundo.

El 12 de julio tendrán lugar los juegos finales. Se montará un estadio en una de las avenidas principales de la ciudad, la Avenida Ipiranga. Habrá fútbol, shows de música y danza con artistas consagrados y populares de Brasil. Esperamos que sea una verdadera fiesta, la final popular del deporte más convocante del mundo.