Después de 46 años de trabajo docente me jubilé en enero del 2010, habiendo recibido del Gobierno una bonificación de 12.000 dólares y una mísera pensión jubilar para vivir de manera modesta, como es la vida del maestro; algunos maestros solicitaron por vía judicial el reclamo a su derecho amparado por la norma constitucional, a recibir el monto señalado en esta; pero quienes no lo hicimos como es mi caso porque me limito a entrar en gastos para reclamar mi derecho, no significa que hemos renunciado al mismo, pues la ley y la justicia son para todos.

Espero que llegue la justicia antes de que sea tarde y me lleve la amargura de no haber tenido una vejez más tranquila.

Lidia Azucena Bastidas Capelo, licenciada en Ciencias de la Educación, Durán