Gracias a las publicaciones de Zenit.org, hace años leo las reflexiones del sacerdote capuchino Raniero Cantalamessa, Predicador de la Casa Pontificia, desde el mandato de Juan Pablo II.

La que acabo de conocer y trataré de resumir es del Viernes Santo 18 de abril del 2014, y el personaje sobre el que gira la meditación es Judas Iscariote.

Destaca que su trágica historia es uno de los pocos hechos atestiguados en los cuatro evangelios.

Según Lucas 16,6, Judas no había nacido traidor y no lo era al momento de ser elegido por Jesús. ¡Llegó a serlo! Es uno de los dramas más sombríos de la libertad humana.

Se han hecho hipótesis sobre su conducta: que perteneció al grupo de los zelotes extremistas que actuaban como sicarios contra los romanos, que estaba decepcionado por la manera como Jesús llevaba adelante su idea del Reino de Dios y que quería que actuara en el plano político contra los paganos.

Esas construcciones no tienen fundamento histórico. Los evangelios, que son las únicas fuentes fiables, hablan de un motivo mucho más a ras de tierra: el dinero: “era un ladrón y, puesto que tenía la caja, cogía lo que echaban dentro” (Jn. 12,6).

Su propuesta a los jefes de los sacerdotes es explícita: ¿Cuánto estáis dispuestos a darme, si os lo entrego? (Mt. 26, 15).

Mammona, el dinero, literalmente no es uno de tantos ídolos, es el ídolo por antonomasia, literalmente << el ídolo de metal fundido>>.

Jesús nos dice claramente quien es, en los hechos, el otro amo, el anti-Dios: Nadie puede servir a dos amos: No podéis servir a Dios y a Mammona.

El dinero es el “Dios visible” a diferencia del Dios verdadero que es invisible.

Mamonna es el anti-Dios porque crea un universo espiritual alternativo, cambia el objeto de las virtudes teologales. Fe, Esperanza y Caridad ya no se ponen en Dios, sino en el dinero. <<Todo es posible para el que cree>>, dice la Escritura (Mc 9,23); pero el mundo dice: <<Todo es posible para el que tiene dinero>>.

Se pregunta el P. Cantalamessa: ¿Qué hay detrás del comercio de la droga, de la mafia, de la camorra, la corrupción política, la fabricación y el comercio de armas, e incluso de la venta de órganos humanos extirpados a niños? Y la crisis financiera ¿no es debida en buena parte a la <<detestable codicia de dinero>> por parte de algunos pocos?

Recuerda, además, que se puede traicionar a Jesús también por otros géneros de recompensa que no sean el dinero, en los que podemos caer, y hace hincapié en que Judas creía que Jesús era un hombre “justo”, pero no tenía la certeza de que era el Hijo de Dios, como nosotros…

Encuentra una diferencia entre las traiciones de Pedro y Judas: aquél confió en la misericordia de Jesús y el otro no. Por eso recomienda que confiemos en ella, nos arrepintamos y cambiemos.

¿Seremos como Judas? ¿Sería tan amable en darme su opinión?