¡Qué bestia, cómo descubre cosas la Contraloría! ¡Qué sabuesa que es! ¡Con qué acuciosidad investiga e investiga, hasta que encuentra! Después de muchas noches de insomnio, ha encontrado que algunos partidos políticos se gastaron en oscuros menesteres los fondos que les había asignado el Estado. Y esos menesteres, como lo reveló el presidente de la Comisión de Fiscalización de la Asamblea, fueron vajillas, cigarrillos, licores y hasta cirugías (aunque no especificó de qué tipo, si estéticas, téticas, sintéticas o para rebajar el linchamiento mediático de los párpados o de los cachetes).

¡Qué bestias los partidos! ¡Qué imperfectos! Con razón pierden las elecciones y no como el movimiento que nos gobierna a todos y todas las ecuatorianas y ecuatorianos, que gana gracias a que es perfecto. Es que, para qué también, no gasta nunca en cigarrillos porque ahí nadie fuma, ni en vajillas, porque ahí nadie come, ni en licores, porque ahí nadie bebe, ni en cirugías, porque ahí nadie se opera (bueno ya, a veces sí se operan pero en Cuba y de la una rodilla nomás).

En las campañas, por ejemplo, la Contraloría, que es superdescubridora, hasta ahora no ha descubierto cómo es que, de la noche a la mañana, aparece todo el país con banderas, banderines, pancartas, gigantografías que pueblan los paisajes de verde con los candidatos de Alianza PAIS. Es que, claro, como en Alianza PAIS no se fuma, la plata no se hace humo como en los otros partidos y por eso también se pueden armar cadenas nacionales y sabatinas, instalar tarimas y contratar cantantes y orquestas en todos los rincones del territorio para promocionar a sus candidatos. Si fumaran, fu, la plata no les alcanzaría ni para alquilar los centenares de buses en los que llega la gente de todos lados para apoyar a los candidatos que el excelentísimo señor presidente de la República dice que hay que apoyar.

¡Qué bueno que resulta que los de Alianza PAIS no tengan vicios! Cómo será que son tan impolutos, tan beatíficos, que cuando ven la foto de una muchacha medio llucha corren a santiguarse con agua bendita y vuelan a confesarse donde la Supercom, para que les manden al infierno a los apóstatas y a los réprobos.

Además de santos, ¡qué ahorrativos que son! Nunca de las nuncas usan los carros oficiales para sus desplazamientos en que promocionan a sus candidatos, porque ellos sí saben que los bienes del Estado son solo para el Estado. Ni nadie usa los helicópteros ni los aviones ni los submarinos para sus desplazamientos campañísticos, porque saben que son del Estado. Tampoco se hacen acompañar por cientos de guardaespaldas para que les cuiden en las campañas e impidan que alguien haga una mala seña, diga una mala palabra o, peor, fume.

Son tan perfectos, que jamás se ha visto que los funcionarios públicos salgan en horas de trabajo a las manifestaciones de apoyo a sus candidatos. Ah, ¿ustedes sí han visto? Qué bueno que hayan visto porque eso significa que los burócratas emplean su tiempo en beneficio de la patria. Lo que la Contraloría no perdona es que otros gasten la plata que les da el Estado en cigarrillos y licores y no en campañas maravillosas para apoyar la causa de la revolución ciudadana, que es una causa sagrada. Amén.