NOTA: Hace días escribí en este espacio a William Black sobre el milagro ecuatoriano. Me respondió: http://neweconomicperspectives.org/2014/03/economist-ecuador-gives-william-blake-sic-quiz.html. Como no mezclo mi rol académico y personal con el de comunicación, los interesados pueden solicitar mi respuesta a: pabloluc@uio.satnet.net

Usted habrá visto noticias sobre el riesgo de “deflación” en Europa y EE. UU. Deflación (lo contrario de inflación) es cuando los precios de muchos productos bajan continuamente. ¿Es bueno o malo? Hay dos tipos de deflación muy distintos.

1) La llamada deflación por productividad. A medida que la producción se torna más eficiente y de mayor escala, sus costos y precios tienden a bajar. Lo vemos continuamente en la tecnología, una computadora es infinitamente más poderosa y asequible que hace 30 años. En el siglo XIX está deflación fue común y era lógicamente positiva: favorecía al ahorrista y no al deudor, mejoraba el poder adquisitivo de la gente sin que los salarios nominales tuvieran que subir necesariamente, etcétera. Sin embargo, en el mundo actual, este proceso es oscurecido por la intervención de los bancos centrales, que lo impiden vía creación monetaria, porque consideran que un poco de inflación es mejor para “aceitar” los procesos. La razón principal es que al vivir en un esquema social que, por diversas vías, favorece el corto plazo y el endeudamiento en detrimento del ahorro, es evidente que se necesita un proceso inflacionario que aminore esas deudas (en particular las del Gobierno) y que transfiera recursos de unos a otros de manera poco transparente, sobre todo al Gobierno vía el impuesto inflacionario (rol básico de la inflación).

2) La deflación que aparece como resultado del estallido de una anterior burbuja (resultado esencialmente de políticas de manipulación de tasas de interés). Se requiere un ajuste a la baja de precios (sobre todo activos) y de utilidades y salarios en sectores inflados artificialmente durante la burbuja. Obviamente ese ajuste es doloroso para los involucrados, pero necesario para el conjunto. Ahí se dan dos visiones. Por un lado, los liberales, que aconsejan dejar que se haga rápidamente ese ajuste (insisto, doloroso), porque luego la economía puede arrancar sobre bases más sólidas. Por otro lado los socialistas o keynesianos, que aconsejan que se evite ese proceso vía mayor gasto público y/o inyección de dinero de los Bancos Centrales, es decir, pregonan se mantengan vivos al menos una parte de los excesos de la burbuja; y ahí viene el problema de la deflación: como los precios tienden a bajar a pesar de esas políticas keynesianas, aparece el fantasma negativo de la deflación, porque la perspectiva de precios más bajos frena a los consumidores y complica a las empresas porque no todos los precios y costos bajan en proporción (los salarios por ejemplo no se ajustan por razones legales). Ahí la deflación sí es un serio problema (lo fue en el Japón desde 1990).

…Opinión liberal (ciertamente más sensata): dejar que el ajuste se haga enseguida por lo cual no aparece el problema de la deflación… opinión keynesiana: evitar el ajuste y seguir pedaleando contra vientos cada vez más contrarios… hay opiniones y opiniones.